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Cuando tu mundo se cae a pedazos - Consolaos Pueblo mío

"Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis” (Isaías 7:9).

Un sábado, Connie y Roy estacionaron frente a su casa al volver de la iglesia. Una gallina pigmea pasó volando frenéticamente frente a ellos por el jardín. Algo andaba mal. Se suponía que las aves domésticas debían estar a salvo en su corral, pero habían salido. Tras una investigación rápida, descubrieron que estaban en medio de una tragedia. Beethoven, el perrito del vecino, también había escapado de su patio y estaba al lado del estanque sosteniendo a Daisy con la boca. Daisy era una hermosa gallina ponedora con suaves plumas blancas en la cola. Connie rescató a Daisy, pero ya era demasiado tarde. Su preciosa mascota, ahora con el cuello destrozado, pronto murió en los brazos de Connie. Ella se sentó llorando, con el ave muerta.
Había otra mascota que estaba profundamente conmovida. Un pato alto y blanco llamado Waddlesworth vio que Connie sostenía a Daisy y, al parecer, supuso que ella la había matado, por lo que en las semanas siguientes, cada vez que Waddlesworth veía a Connie, él la atacaba brutalmente, pellizcándola dolorosamente con su fuerte pico. 
A veces es difícil determinar quiénes son tus amigos y tus enemigos.
A veces la vida nos pone en situaciones amenazantes ¿Qué pasos importantes o prácticos tenemos que seguir para hacer frente a estas circunstancias?
Esta semana consideraremos a un rey de Judá que también tuvo este problema, y trataremos de entender por qué se equivocó en sus decisiones.
Al mismo tiempo, conoceremos el cuidado especial de Dios al satisfacer las necesidades de sus hijos y como Dios nos anima a confiar no en las cosas materiales, sino en su ayuda.

I. PELIGRO DEL NORTE (Isaías 7:1–9)

Es bueno contar con ayuda humana, pero ¿cómo reconoces los límites?

"Dios les rogó que no lo provocaran a ira con la obra de sus manos y de sus corazones; pero "no me habéis oído", dijo. Entonces Jeremías vaticinó la cautividad de los judíos, como castigo por no obedecer la palabra del Señor. Los caldeos serían utilizados como instrumentos de Dios para castigar a su pueblo desobediente. Su disciplina estaría en proporción a su inteligencia y a las advertencias que despreciaron" 4TI, 165.

Según 2 Reyes 15:37, 38; 16:5, 6. al principio de su Reinada, Acaz enfrentó una crisis aterradora.
Cuando el rey Acaz se da cuenta de la magnitud de la amenaza a la que se enfrenta y de la posibilidad de una confrontación militar "Se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, cómo se estremecen los árboles del monte a causa del viento" (Isaías 7:2).

El reino norteño de Israel (Efraín) y el de Siria (Aram) se unieron contra el país más pequeño de Judá, al sur. Esto sucedió cuando Judá se debilitó por los ataques de los edomitas y los filisteos.

En el pasado, Judá había luchado contra Israel, pero una alianza entre Israel y Siria presentaba un peligro abrumador. Al parecer, Israel y Siria querían obligar a Judá a participar con ellos de una coalición contra el extraordinario poder de Tiglat-pileser III, de Asiria (llamado “Pul” en 2 Reyes 15:19), quien seguía amenazándolos con su imperio en expansión. 
Israel y Siria habían dejado de lado su larga lucha mutua en vista de un peligro mayor, un peligro mayor los unía. Si lograban conquistar a Judá e instalar un gobernante títere allí (Isaías 7:5, 6), podrían usar sus recursos y su mano de obra.

¿Cuál fue la solución de Acaz cuando su mundo se estaba desmoronando? 
Vemos que "En aquel tiempo envió a pedir el rey Acaz a los reyes de Asiria que le ayudasen" 2 Crónicas 28:16
Así, en lugar de reconocer que Dios era el único amigo que podía rescatarlos a él y a su país, Acaz trató de hacer buenas amistades con Tiglat-pileser III, el enemigo de sus enemigos.

Entonces envío un costoso soborno a Tiglat-Pileser III, el rey de Asiria, junto con un mensaje que decía: "Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí" (2 Reyes 16:7) Está era una declaración de dependencia, Acaz se estaba poniendo abajo la protección del rey asirio como su subordinado. Estaba renunciando a la independencia de Judá y poniéndose bajo el dominio y la influencia del poder pagano asirio, que era despiadadamente cruel y del que no podría escapar fácilmente.

El rey asirio con gusto accedió a su pedido de ayuda contra Siria e Israel. 
Tiglat-Pileser no solo recibió un rico soborno de Acaz, sino también tuvo una buena excusa para tomar rápidamente a Siria (2 Reyes 16:9). 
El poder de la alianza sirio-israelita se rompió. A corto plazo, parecía que Acaz había salvado a Judá. Infelizmente, era pan para hoy y hambre para mañana.
Como 2 Crónicas 28 describe la situación, sobornar al rey asirio "no le ayudó" (2 Crónicas 28:21), porque "vino contra el Tiglat-Pileser rey de los asirios, quién lo redujo a estrechez y no lo fortaleció"
Al evaluar cómo se desarrollaron los hechos, ¡Los eventos no necesitaban presentarse de ese modo! No era necesario que Judá perdiera su independencia, se sometiera al apoyo y manipulación de Asiria, le rindiera homenaje y estuviera bajo su peligrosa y corruptora influencia. Dios conocía el futuro, y habría protegido a Acaz y a Judá, si tan solo Acaz hubiera confiado en él y hubiera ejercido el coraje que surge de la fe.
Sin embargo, esta acción por parte de Acaz no debería sorprendernos. Cuando leemos acerca de cómo era Acaz, llegamos a entender por qué reaccionó ante el peligro como lo hizo. Había sido uno de los peores reyes que gobernó Judá hasta ese momento. (Ver 2 Reyes 16:3, 4; 2 Crónicas 28:2-4.)

¿Qué lección podemos extraer para nuestro ámbito personal? 
Si no estamos obedeciendo al Señor ahora, ¿Qué nos hace pensar que tendremos fe para confiar en él cuando lleguen las verdaderas pruebas? (Ver Santiago 2:22; Jeremías 12:5)

II. INTENTO DE INTERCEPCIÓN (Isaías 7:3-9)

Mientras Acaz sopesaba sus opciones políticas para enfrentar la amenaza de Israel y Siria, Dios sabía algunas cosas que el rey no sabía. 
Por un lado, fue Dios quien permitió que le sobrevinieran problemas para disciplinarlo y hacerlo volver en sí (2 Crónicas 28:5, 19). Además, aunque pedir ayuda a Tiglat-Pileser parecía lógico y atractivo desde el punto de vista humano, Dios sabía que pondría el reino davídico de Judá bajo un dominio extranjero.
Los riesgos eran asombrosamente altos. Entonces, el Señor envió a Isaías a interceptar al rey (aparentemente, cuando estaba inspeccionando el suministro de agua de Jerusalén en preparación para un asedio) con la intención de persuadirlo de que no consultara al líder asirio.

¿Por qué dijo el Señor a Isaías que llevara a su hijo, Sear-jasub, con él (Isaías 7:3)?

Acaz se sorprendió, le habrá dado escalofríos, cuando Isaías lo saludó y le presentó a su hijo, llamado “Un remanente volverá”. ¿Remanente de quién? ¿Volverá de qué? 
Debido a que el padre del niño era profeta, el nombre sonaba como un mensaje ominoso de Dios acerca de gente que era llevada en cautiverio, que podría significar que un remanente volvería de la batalla o del exilio, o sobreviviría a la destrucción, siendo así podría ser un presagio de esperanza. ¿O se trataba de volver a Dios en el sentido de arrepentirse (el verbo “volver” también conlleva el significado de arrepentimiento)? 
El mensaje de Dios a Acaz era: ¡Significa lo que tú hagas que signifique! 

Arrepiéntete de tus pecados o irás en cautiverio, y del cautiverio regresará un remanente. ¡La decisión es tuya!

El mensaje de Dios ¿cómo abordó la situación del rey? Isaías 7:4-9.
El hijo menor de Isaías era un mensaje y un llamado condicional viviente que respiraba y caminaba. Era una promesa de que Dios controla el destino de Judá.
Pero el mensaje del Señor que Isaías le entregó a Acaz era claro: No tengas miedo, porque el plan para derrocar a Judá no tendrá éxito. (Isaías 7:4-9) Desde el punto de vista de Acaz, Siria y Efraín constituyen una gran amenaza, pero desde el punto de vista de Dios son insignificantes y no necesitan ocupar el tiempo del rey. No siempre es fácil obtener la perspectiva divina. Sin embargo, a menos que lo busquemos, siempre corremos el riesgo de prestar demasiada atención a lo pasajero y muy poca atención a lo realmente importante. Además, al margen de una búsqueda diligente de la perspectiva de Dios en cada circunstancia, deducimos con demasiada facilidad que Dios se preocupa solo por los asuntos espirituales y no por las cuestiones prácticas; una falacia que finalmente conduce a la pérdida de Dios en todos los asuntos.
La amenaza de Siria e Israel pasaría, y Judá se salvaría. A la vista de Dios, las potencias que a Acaz le parecían enormes volcanes humeantes eran solo “dos cabos de tizón que humean” o "dos tizones humeantes" (Isaías 7:4). No era necesario que Acaz pidiera ayuda a Asiria. En Isaías 7:4, Dios instruye a su profeta para que se comunique con el rey. "Y dile: Ten cuidado, pero no te asustes; no tengas miedo ni te acobardes por esos dos tizones humeantes, Resín con sus sitios, y el hijo de Remalías, que están ardiendo en furor" (DHH). A veces nos preguntamos cómo podemos afrontar la vida en medio de circunstancias no deseadas. La Biblia dice: "Ten cuidado, pero no te asustes" (DHH) Otras traducciones incluyen "Dile que deje de preocuparse" (NTV) y "Dile que tenga cuidado y no pierda la calma" (NVI). En otras palabras que se abstenga de todo ruido o actividad que pueda acallar la voz de Dios y que permanezca en guardia, que mantenga la paz, que guarde silencio, que muestre serenidad, que "contemple en silencio"
"No temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean" (Isaías 7:4). Quienes te aborrecen, podrán hacer un poco de humo, pero será insignificante. Los planes de quienes "han tramado hacerte mal" no se cumplirán, ni sucederán. Debes confiar en mí, porque si ustedes no creen en mí, no permanecerán firmes.
Pero, para tomar la decisión correcta, Acaz necesitaba confiar en el Señor y en sus promesas. Necesitaba creer para poder permanecer (Isaías 7:9). "Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis" En otras palabras: Si no confían en mí, no sobrevivirán.

Las palabras “creer” y “permanecer” provienen de la misma raíz hebrea, de donde también proviene la palabra “verdad” (lo que es confiable) y la palabra Amén (afirmar lo que es verdadero/confiable). Jesús dijo: "Si vosotros permaneceréis en mí palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Juan 8:31, 32)
Todo dependía de su confianza en Dios. Esa confianza que se desarrolla mediante una experiencia con él. Quien creyó en Dios, obedeció su Palabra y descubrió que es fiable, podrá confiar en él cuando llegue una crisis y no hay nada más de que aferrarse que su Palabra.
Isaías condena dos cosas de Acaz: Su miedo, porque es innecesario; su fe en los recursos materiales, aquí tipificada por un suministro de agua en tiempos de asedio; la única fe que asegurará la solidez del estado es la fe en Jehová.
Acaz necesitaba estar seguro para asegurarse; necesitaba confiar para ser confiable. Desgraciadamente, Acaz no era este tipo de persona. Acaz era un politeísta idólatra, no un verdadero adorador del único Señor, no confiaba en él, ni le obedecía.

En algunas circunstancias de la vida, lo más importante no es lo que sucede en nuestro entorno externo, ni lo que nuestra vista pueda contemplar, sino lo que sucede en nuestra vida interior. Por lo tanto, debemos orar y cultivar la capacidad de comprender desde la perspectiva de Dios lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Podemos identificar dos razones por las que Dios actuó así. 
En Primer lugar, no podía continuar derramando sus bendiciones del pacto sobre quienes le habían sido infieles, ni enviaría un mensaje equivocado al mundo, es decir, que la lealtad a él como Señor del pacto no importaba. 
En segundo lugar, la disciplina de Dios fue un intento de despertar a Acaz y a los habitantes de Judá a la realidad de que su bienestar y su existencia dependían de él. Si no cooperaban con él, estarían solos en un mundo cruel y peligroso.
En toda circunstancia, el propósito de Dios, finalmente, es ayudar a su pueblo a confiar en él y serle fiel. Nuestro Señor es un Dios que cuida todas las esferas de la vida, incluidas las cuestiones seculares o las que aparentemente no se relacionan con el aspecto espiritual.

"Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis” (Isaías 7:9).
¿Por qué tener fe y creer son tan importantes para “permanecer”? ¿Permanecer en qué?

A veces el propio pueblo de Dios olvida que el Señor espera fidelidad de aquellos que entablaron una relación de pacto con él. Por lo tanto, en sus ininteligibles providencias, permite que su pueblo pase por circunstancias difíciles como una forma de despertarlo a su necesidad de buscar al Señor y regresar a su luz.
El pueblo y sus líderes actúan de una manera irresponsable e injusta destruyendo lo que ae les ha confiado. La imprudencia constante de los líderes destaca el anhelo y la promesa de alguien que gobernará con justicia y rectitud.
El pueblo de Dios llegó a constituirse en una lección objetiva que mostraba al mundo los resultados de la lealtad o la deslealtad hacia él. Los caminos de Dios no han cambiado. Quería otorgar abundantes bendiciones a su pueblo para captar la atención de los demás y atraerlos hacía él. Pero, no podría hacer esto si ignoraban sus instrucciones. Y aunque el miedo paraliza al rey; a pesar de las circunstancias a las que se enfrenta, la amenaza inminente constituye una valiosa oportunidad para volver al Señor.

III. OTRA OPORTUNIDAD (Isaías 7:10-13)

Cuando estás en el proceso de tomar una decisión, o comenzando en la fe ¿es apropiado pedir a Dios una señal? ¿Cuáles son, posiblemente, los peligros intrínsecos de hacer algo así?

Acaz no respondió al llamado de fe de Isaías. Entonces, misericordiosamente Dios dio otra oportunidad al rey, una oferta demasiado buena como para ser rechazada. Después de que Dios redujera las opciones de Acaz mediante la derrota y lo llevará a un punto crítico de crisis, en el que se enfrentó a la muerte cara a cara, el Señor le planteó a este miserable y desdichado infiel un asombroso ofrecimiento para ayudarlo a creer que seguramente se cumpliría lo que Isaías había predicho sobre el final de la amenaza sirio-israelita. Le dijo que pidiera una señal “ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto” (Isaías 7:11). 
Esta es una de las mayores invitaciones a la fe que se haya dado a un ser humano. A diferencia de las loterías o las rifas, Dios no impuso restricciones con letra chica. Dios ni siquiera limitó su oferta a la mitad de su reino, como lo hacían los gobernantes humanos cuando alcanzaban el umbral máximo de su generosidad (ver Ester 5:6; 7:2; Marcos 6:23). Dios haría cualquier cosa que Acaz le pidiera, solo para demostrar que él tenía la capacidad de hacerlo, incluyendo salvar al rey de sus enemigos. Eran un cheque en blanco. ¡Estaba dispuesto a vaciar todo el cielo y la Tierra para un rey malvado, si tan solo creía! 

Como señal, Acaz podría haber pedido una montaña de oro o tantos soldados como granos de arena hay en el Mediterráneo. ¿Por qué respondió Acaz de esa manera (Isaías 7:12)?

Sorprendentemente, Acaz rechazó la oferta de Dios. ¡Ni siquiera estaba dispuesto a darle al Señor la oportunidad de persuadirlo al brindarle una vía de escape, porque estaba atrincherado en la incredulidad y el estilo de vida que llevaba; por lo tanto no quería cambiar.
A primera vista, la respuesta de Acaz parece piadosa y respetuosa: no pondría a Dios a prueba, como lo habían hecho los israelitas siglos antes, durante su peregrinaje por el desierto (Éxodo 17:2; Deuteronomio 6:16). Pero, la diferencia 
era que Dios invitó al rey a ponerlo a prueba (comparar con Malaquías 3:10). Le hubiese agradado que aceptara su regalo tremendamente generoso; no pondría a prueba la paciencia de Dios. 
Pero Acaz ni siquiera estaba dispuesto a permitir que Dios lo ayudara a creer. Cerró totalmente la puerta de su corazón para no dejar entrar la fe. La fe en Dios implicaría reconocer el señorío divino sobre Acaz, y la responsabilidad del rey ante él; algo que el monarca no estaba dispuesto a aceptar. Quería tener las riendas sin importar las consecuencias. Dios ya le había mostrado la futilidad de ese curso de acción, al reducir el reino del que estaba a cargo.
"Oíd ahora, casa de David, ¿Os es poco ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mí Dios" Isaías 7:13. 
¿Qué está queriendo decir Isaías aquí? Isaías recalca que, al negarse a poner a Dios a prueba, aparentemente para evitar cansar a Dios, efectivamente Acaz cansó a Dios. 
Agotar la paciencia de Dios es peligroso. Cuando está (metafóricamente) cansado de hacer llamados que solo son rechazados, llega un momento en que ya no hay nada más que pueda hacer para ayudar.
Pero, el aspecto más preocupante de este versículo es el hecho de que aquí Isaías se refiere a “mi Dios”, en claro contraste con Isaías 7:11, donde el profeta le pidió al rey 
que pidiera una señal de Jehová “tu Dios”. Cuando Acaz rechazó el ofrecimiento divino, rechazó que Jehová fuese su Dios. Jehová era el Dios de Isaías, pero no de Acaz ni de su familia.
¿Qué nos enseña la lección de este día acerca de la paciencia y la voluntad de Dios para darnos la salvación a todos? ¿Qué nos dice también acerca de la ceguera y la dureza del corazón humano cuando no se rinde completamente al Señor? 
Al final, incluso si Dios le hubiera dado a Acaz alguna señal que él hubiese deseado, ¿crees que Acaz habría creído?

IV. SEÑAL DE UN HIJO (Isaías 7:14)

Era de esperar que Dios le diera a Acaz un veredicto divino de desastre inminente e ineludible, y esto es lo que hizo, pero iba acompañado de un mensaje de esperanza para el pueblo de Dios. Acaz había rechazado una señal, pero el Señor le daría, de todos modos, otra.
El ofrecimiento de una señal “ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto” (Isaías 7:11) no conmovió a Acaz. Entonces, cuando Dios afirma que él mismo dará una señal (Isaías 7:14), suponemos que esta tendrá dimensiones asombrosas, que solo la imaginación divina podría concebir (comparar con Isaías 55:9; 1 Corintios 2:9).
La señal de Emanuel enfatizaba dos aspectos:
En Primer lugar, su nombre, Emanuel, significa "Dios está con nosotros" Ya sea que Acaz le gustará o no, el Señor todavía estaba con su pueblo y dirigía su destino. A un creyente en Dios, está señal de su presencia continua le brindaría consuelo y esperanza.
En Segundo lugar, el desarrollo del niño ofrecía un marco de tiempo dentro del cual ocurrirían los acontecimientos clave.

¿Quién es la mujer y quién es su Hijo?
En ninguna parte el Antiguo Testamento indica el cumplimiento de esta importante señal, como lo había hecho con las señales dadas a otros, como Gedeón (Jueces 6:36-40). Por ende, estos son algunos de los posibles cumplimientos, basados solo en el Antiguo Testamento:

1. Debido a que la expresión “mujer joven” se refiere a una joven en edad de casarse, muchos suponen que es una mujer casada que vive en Jerusalén, tal vez la esposa de Isaías. Isaías 8:3 registra el nacimiento de un hijo de Isaías con “la profetisa” (refiriéndose a su esposa, cuyos mensajes proféticos consistían, al menos, en sus hijos; comparar con Isaías 7:3; 8:18). Sin embargo, este hijo se llamaba Maher-salal-hasbaz (Isaías 8:1-4), no Emanuel. No obstante, las señales de los dos niños son similares por el hecho de que antes de tener edad suficiente para elegir entre el bien o el mal, Siria e Israel del norte quedarían devastados (Isaías 7:16; 8:4).
2. Algunos sugieren que Emanuel es Ezequías, hijo de Acaz, quien llegó a ser el próximo rey. Pero en ninguna parte se le aplica el nombre Emanuel.
3. Debido a que Emanuel es un tanto misterioso y su nombre, comúnmente traducido “Dios con nosotros”, se refiere a la Presencia de Dios, podría ser el mismo que el Hijo especial profetizado en Isaías 9 y 11. De ser así, la descripción exaltada y divinal (Isaías 9:6) y “la raíz de Isaí” (Isaías 11:10) sobrepasan todo lo que podría atribuirse incluso al buen rey Ezequías.
4. Un nacimiento natural de una mujer soltera en edad de casarse supondría un hijo ilegítimo, por causa de la promiscuidad ilegal (ver Deuteronomio 22:20, 21).¿Por qué Dios se referiría a un niño así como una señal para inspirar fe?

En contraposición, el Nuevo Testamento identifica a Jesús como Emanuel (Mateo 1:21–23), que nació en forma milagrosa y pura de una virgen soltera, pero comprometida. Jesús también es el Hijo divino (Isaías 9:6; Mateo 3:17) y el “vástago” y la “raíz” de Isaí (Isaías 11:1, 10; Apocalipsis 22:16). Quizás un “Emanuel” anterior, cuyo desarrollo le demostró a Acaz la exactitud de los cumplimientos proféticos, se convirtió en un precursor de Cristo. No lo sabemos. Sin embargo, la importancia de Emanuel iba mucho más allá, porque servía como tipo, una prefiguración histórica a la que correspondería una realidad salvífica posterior y mucho mayor.
En Jesús, Dios nos ha dado una señal que es "tan alta como el cielo" para rescatarnos de la sujeción cruel al "príncipe de este mundo", cuyo mal es tan "profundo como el Seol".

Medita sobre la realidad de la venida de Cristo a la humanidad. ¿Qué tipo de consuelo nos puede dar esta realidad en medio de lo que parece un mundo frío?

V. "¡DIOS ESTÁ CON NOSOTROS!" (Isaías 7:14)

El autor ruso León Tolstói escribió a un amigo diciendo que: “Una vez que un hombre se da cuenta de que la muerte es el final de todo, entonces tampoco hay nada peor que la vida”. El hecho de saber que “Dios está con nosotros”, ¿qué respuesta presenta ante esa declaración?

Al igual que el nombre de los hijos de Isaías (Sear-jasub, “Un remanente volverá”; y Maher-salal-hasbaz, que significa “El despojo se apresura, la presa se precipita”), el nombre Emanuel tiene un significado. Es literalmente “con nosotros, Dios”. Pero la traducción comúnmente aceptada “Dios con nosotros” pasa por alto algo importante. 
Al igual que con otros nombres hebreos de este tipo que carecen de verbos, se debe proveer el verbo “estar”, porque no se expresa en hebreo. Entonces, Emanuel debe traducirse “Dios está con nosotros” (comparar con las mismas palabras en Isaías 8:10), así como el nombre “Jesús” (en griego, y abreviado del hebreo Yehoshua, o Joshua) significa “El Señor es salvación”, con el verbo nuevamente expreso (comparar con Isaías, que significa “salvación de Jehová”).
Pero el nombre “Emanuel” no es solo una descripción abstracta; es una aseveración de una promesa que se cumple ahora: “Dios está con nosotros”.

¿Cuál es el significado de la promesa de que Dios está con nosotros?
No hay mayor seguridad ni consuelo. Dios no promete que su pueblo no sufrirá dificultades ni dolor, pero promete estar con él. 
El salmista dice: 
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23:4).
¡Es tan reconfortante saber que Jesús caminará por ese valle de sombras con nosotros! Cuando él está con nosotros, no hay por qué tener miedo.
“Dios dice: ‘Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti’ (Isaías 43:1, 2).

“¿Dónde estaba el Señor cuando los babilonios arrojaron al fuego a los tres amigos de Daniel? Con ellos (Daniel 3:23-25). Y ¿Dónde estaba el Señor durante el tiempo de angustia de Jacob, cuando luchó hasta el amanecer? En los brazos de Jacob, lo más cerca que pudo llegar (Génesis 32:24-30). “Aunque el Señor no se presente en forma física en la Tierra, atraviesa las experiencias de su pueblo junto a él. ¿Dónde estaba el Señor cuando la multitud condenó a Esteban? ‘De pie, a la derecha de Dios’ (Hechos 7:55, NVI). Pero, cuando Jesús ascendió al cielo, ‘se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas’ (Hebreos 1:3). ¿Por qué se puso de pie cuando Esteban estaba en problemas, a punto de morir apedreado? Como dijo Morris Venden, ‘¡Jesús no iba a soportar eso sentado!’ ” (R. Gane, God’s Faulty Heroes, p. 66).

Aunque tenemos la promesa de que “Dios está con nosotros”, ¿Cuál es la diferencia, si aún enfrentamos terribles pruebas y sufrimientos? ¿Cuán bien nos hace saber que contamos con su presencia?

CONCLUSIÓN

“ ‘Llamarás su nombre Emanuel [...] Dios con nosotros’. ‘La luz del conocimiento de la gloria de Dios’ se ve ‘en el rostro de Jesucristo’. Desde los días de la eternidad, el Señor Jesucristo era uno con el Padre; era ‘la imagen de Dios’, la imagen de su grandeza y majestad, ‘el resplandor de su gloria’. Él vino a este mundo para manifestar esa gloria. Vino a esta Tierra oscurecida por el pecado para revelar la luz del amor de Dios; para ser ‘Dios con nosotros’. Por tanto, fue profetizado de él: ‘Lo llamará Emanuel’ ” (DTG, 11).

“Habría convenido al reino de Judá que Acaz recibiese este mensaje como proveniente del Cielo. Pero, prefiriendo apoyarse en el brazo de la carne, buscó la ayuda de los paganos. Desesperado, avisó así a Tiglat-pileser, rey de Asiria: ‘Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí’ (2 Reyes 16:7). La petición iba acompañada por un rico presente sacado de los tesoros del rey y de los alfolíes del Templo” (PR, 243).

"Puedes estar perplejo en los negocios; tu perspectiva puede ser cada día más sombría y puedes estar amenazado por pérdidas. Pero no te descorazones; confía tus cargas a Dios y permanece sereno y tranquilo. Ora por sabiduría para manejar tus negocios con discreción; y así evitarás pérdidas y desastres. Haz todo lo que esté de tu parte para obtener resultados favorables. Jesús nos ha prometido su ayuda, pero no sin que hagamos nuestro esfuerzo. Cuando confiando en tu Ayudador, hayas hecho todo lo que puedes, acepta con gozo los resultados" CC, 104, 105.




"¡Ay del impío! Mal le irá. Porque según sus obras le será pagado." (Isaías 3:11)
Acaz no fue un buen rey, fue una influencia nociva para la nación de Judá. Cómo sucedió con otros reyes, cuando comienzan a alejarse del Señor surgen problemas en su vida y en la nación.
Dios llevó al infiel rey Acaz a circunstancias en las que tuvo que tomar una decisión difícil: creer o no creer, esta es la cuestión. Aunque el Señor le ofreció darle cualquier señal que se le pudiera ocurrir, se negó a permitir que Dios le mostrara una razón para creer. En cambio, eligió como “amigo” al rey de Asiria.

Acaz se negó a permanecer en la Palabra de Dios o a saber la verdad; en cambio, confío en sí mismo y perdió su libertad al elegir un amo cruel. 
Tú ¿En quién confías?

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By Raquel Arrais El texto bíblico de esta mañana está en Isaías 60:1 “¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!” (RVR1995). Isaías nos anima a levantarnos y brillar porque ha llegado su “luz”. Elena de White define ese llamado al usar la imagen de “levantarse y resplandecer” en un mensaje poderoso. “Si alguna vez hubo un tiempo en la historia de los adventistas cuando deberían levantarse y brillar, ese tiempo es ahora. A ninguna voz se le debiera impedir proclamar el mensaje del tercer ángel. Que nadie, por temor de perder prestigio en el mundo, oscurezca un solo rayo de luz que proviene de la Fuente de toda luz. Se requiere valor moral para hacer la obra de Dios en estos días, pero que nadie sea conducido por el espíritu de la sabiduría humana. La verdad debiera ser todo para nosotros. Que los que quieren hacerse de renombre en el mundo se vayan con el mundo”.1 Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, dice el profeta Isaías. La

Las 5 excusas de Moisés

By Bonita J. Shields Desde mi percepción infantil, la iglesia de mi ciudad natal era enorme! Recuerdo la larguísima escalera que llevaba hasta el subsuelo donde funcionaba mi escuela sabática. La sala de reuniones era tremenda porque hasta podíamos jugar fútbol de salón en ella. ¿Y el campo de juegos? Era lo máximo en que podía pensar. Hasta que ya en mis años adolescentes advertí, súbitamente, que mi iglesia no era tan grande después de todo. Si bien comprendí al mismo tiempo que no por ello era la más pequeña tampoco, no me quedaron dudas de que definitivamente aquella no era la enorme, la colosal estructura que impresionó mi niñez. La vida de fe de Moisés no comenzó en Hebreos 11, el capítulo de los famosos héroes de la fe. Comenzó junto a una zarza ardiendo, durante una conversación con Dios. Moisés no le contestó con entusiasmo: “Sí Señor, sea hecha tu voluntad”. Fue más bien: “Señor... ¿No podrías enviar a algún otro?” Lo que recordamos de los relato