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Los Ojos de Jehová (La Cosmovisión Bíblica) - La Educación

“Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Proverbios 15:3).

El poeta polaco Czeslaw Milosz escribió un poema al comienzo de su obra sobre animales imaginarios: conejos que hablan, ardillas que hablan y otros por el estilo. “Tienen tanto en común con los animales reales”, escribió, “como nuestras nociones del mundo con el mundo real”. Luego, para terminar el poema, escribió: “Pienso en esto, y tiemblo”.

“Temblar” quizá sea una palabra demasiado fuerte, pero es cierto que gran parte de lo que los seres humanos piensan sobre el mundo podría estar completamente equivocado. Por ejemplo, durante casi dos mil años, muchas de las personas más inteligentes y cultas del mundo creyeron que la Tierra estaba inmóvil en el centro del Universo. Hoy, muchas de las personas más inteligentes y cultas piensan que la humanidad evolucionó de lo que originalmente era una forma de vida simple.

Como seres humanos, miramos el mundo a través de filtros que impactan nuestra forma de interpretar y entender lo que nos rodea. El entendimiento de temas como nuestros orígenes, significado, moralidad y destino son el marco que pauta la manera como vivimos.
La cosmovisión o filosofía de vida de una persona influye significativamente en su identidad y su posición moral.
Esta cosmovisión llega a ser entonces, los lentes por medio de los cuales nosotros vemos el mundo, procesamos, incorporamos o probamos nueva información a medida que nos llega. Ese filtro se llama cosmovisión, y es fundamental que enseñemos la cosmovisión bíblica a nuestros jóvenes, e incluso a los miembros mayores de la iglesia.

I. LOS OJOS DE JEHOVÁ

Un profesor universitario de Oxford teorizó que nada es real: ni nosotros, ni el mundo, ni nada de lo que nos rodea, sino que somos las creaciones digitales de una raza de extraterrestres con computadoras super poderosas.
Si bien esa es una teoría interesante, plantea una pregunta crucial: ¿cuál es la naturaleza de la realidad?

Hay dos respuestas posibles y muy amplias, aunque solo una es racional. 
La primera es que el Universo (y todo lo que hay en él, incluidos nosotros) simplemente es. Nada lo creó, nada lo formó; solo está aquí. Es simplemente un dato duro. No hay dios, no hay dioses, no hay nada divino. La realidad es puramente material, puramente natural. Como alguien dijo hace 2.500 años (esta no es una idea nueva), solo hay “átomos y el vacío”.
La otra postura es que algún ser (o seres) divino creó el Universo. Por cierto, eso parece más lógico, más racional, más sensato, que la idea de que el Universo es, sin explicación alguna. Esta perspectiva abarca el mundo natural, el mundo de los “átomos y el vacío” o "sangre y tierra", pero no se limita a él. Señala una realidad que es mucho más amplia, profunda y multifacética que la visión ateo-materialista que tan a menudo escuchamos en la actualidad.
¿Es posible en esta era científica  mantener una cosmovisión bíblica?
Salmos 53:1; Proverbios 15:3; Juan 3:16; Isaías 45:21; Lucas 1:26–35. Nos hablan de un Dios Creador, Redentor, Restaurador.
El elemento central de toda educación cristiana es la realidad de Dios; y no solo eso, sino la clase de Dios que es: un Dios personal que nos ama y que interactúa con nosotros. Él es un Dios de milagros que, si bien utiliza leyes naturales, no está sujeto a esas leyes y puede trascenderlas cuando quiera (como en la concepción virginal de Jesús). 

La enseñanza de esta cosmovisión es especialmente pertinente en nuestros días porque el mundo intelectual, en su mayoría, enseña abiertamente y sin tapujos la cosmovisión atea y naturalista, y además afirma (erróneamente) que la ciencia la apoya.

La cosmovisión cristiana sostiene una alta visión de la humanidad. aquí hay dos razones: 
a. Somos creados por Dios; por lo tanto somos Suyos y debemos ser tratado de acuerdo con su criterio, no con el de otra persona (Isaías 43:1). 
b. Somos redimidos por la sangre del Hijo de Dios, y por lo tanto nuestro el valor está más allá de toda medida (Apocalipsis 5:9). 
Nombra todos los males que nos afectan social e individualmente. Que al menos, comenzarían a resolverse si las dos verdades bíblicas anteriores se incorporaran a la cosmovisión de uno.
¿Por qué, en definitiva, la cosmovisión bíblica, la cosmovisión teísta, es mucho más lógica y racional que su rival atea y limitada?

II. LA PREGUNTA DE LEIBNIZ

Hace muchos siglos, un pensador y escritor alemán llamado Gottfried Wilhelm Leibniz probablemente hizo la pregunta más básica y fundamental: “¿Por qué hay algo en lugar de nada?”

¿Cómo responden los siguientes pasajes la pregunta de Leibniz? Génesis En 1:1; Juan 1:1–4; Éxodo 20:8-11; Apocalipsis 14:6, 7; Job 12:7-10, es fascinante la forma en que la Biblia da por sentada la existencia de Dios. 

Saber cómo comenzó la vida es fundamental para nuestro sentido de identidad, ya que la manera en que comenzamos tiene implicaciones para nuestro final. Saber de dónde provengo da forma a nuestra identidad moral. No solo es vital para el sentido de identidad de una persona, sino que despeja la gran pregunta de los orígenes.

Génesis 1:1 no comienza con un montón de argumentos lógicos (aunque existen muchos) para la existencia de Dios. Simplemente, da por cierta su existencia (ver también Éxodo 3:13, 14) y, partiendo de esa base, se da a conocer a Dios como Creador, la Biblia y toda la verdad revelada en sus páginas.

Frankl proporciona una definición del hombre nihilista y las consecuencias de ese definición: 
“Cuando presentamos al hombre como un autómata de reflejos, como un mente-máquina, como un conjunto de instintos, como un peón de manipulaciones y reacciones, como un mero producto del instinto, la herencia y el entorno es alimentar el nihilismo al que el hombre moderno es, en cualquier caso, propenso ¿Cómo apoya la teoría de la evolución esta peligrosa cosmovisión?

La doctrina de la Creación también es fundamental para la educación cristiana. Todo lo que creemos como cristianos, todo, se basa en la doctrina de la Creación de seis días. 
La Biblia no comienza con una declaración sobre la Expiación, ni sobre la Ley, ni sobre la Cruz, ni sobre la resurrección, ni sobre la Segunda Venida; no. Comienza con una declaración sobre Dios como Creador, porque ninguna de estas otras enseñanzas tiene sentido independientemente de la realidad de Dios como nuestro Creador.

Por lo tanto, una cosmovisión bíblica debe enfatizar la importancia de la doctrina de la Creación. Este énfasis también adquiere gran importancia porque esta enseñanza ha soportado un ataque frontal en nombre de la ciencia. La Evolución (miles de millones de años de vida que evoluciona lentamente a tropezones, todo por casualidad) ha destruido casi por completo la fe en la Biblia para millones de personas. Es difícil imaginar una enseñanza más contraria a la Biblia y a la fe cristiana en general que la Evolución. Por eso, la idea de que la Evolución puede llegar a armonizar de alguna manera con la doctrina bíblica de la Creación (Evolución teísta) es peor aún que la Evolución atea. No puede armonizar sin burlarse de la Biblia y de la fe cristiana en general.

Al final, solo hay dos respuestas. Cómo dice Henry Morris: "Todas las cosas se pueden o no se pueden explicar en términos de un universo autónomo mediante procesos naturales continuos. Si pueden explicarse, entonces la evolución es verdadera. Si no se pueden explicar, entonces deben explicarse, al menos en parte, mediante procesos sobrenaturales ocurridos en un universo que fue creado" What is the Creation, 14.

El hecho de que los regímenes o los individuos perversos vayan y vengan es esperado; lo desconcertante es que las visiones centrales del mundo que dieron forma al nazismo todavía pueden oírse “en los escritorios y en las aulas de los científicos y filósofos nihilistas.

El marco de ateo acerca de la moralidad determinada por la mayoría, tiene tanta eficacia para promocionar el mal como un tigre de papel. Eventualmente, la persona o personas que se suscriben a esta cosmovisión moral concluirá lógicamente que no existe una obligación moral objetiva de estar de acuerdo con la mayoría y terminará haciendo simplemente “Todo lo que le parece bien” (ver Proverbios 21: 2, Deuteronomio 12:8; Jueves 21:25)

Así, en esta actual cultura poscristiana, para recordar de dónde venimos, Dios nos pide que pasemos una séptima parte de nuestra vida (el séptimo día, cada semana, para recordar la Creación de seis días, algo que él no pide con ninguna otra enseñanza).
¿Qué debería decirnos esto sobre cuán fundamental e importante es la verdad del descanso sabático para una cosmovisión cristiana?

III. LA COSMOVISIÓN BÍBLICA

Como se mencionó en la introducción, nadie ve el mundo desde una perspectiva neutral. Por ejemplo, un ateo mira un arcoíris en el cielo, y no ve nada más que un fenómeno natural; no tiene otro significado que el que los seres humanos deciden darle. Al contrario, alguien que lo mira desde una cosmovisión bíblica ve no solo el fenómeno natural (el agua y la luz que interactúan), sino también una reafirmación de la promesa de Dios de no volver a destruir el mundo por medio de agua (Génesis 9:13-16). 
“¡Cuán grandes fueron la condescendencia y la compasión que Dios manifestó hacia sus criaturas descarriadas al colocar el bello arcoíris en las nubes como señal de su pacto con el hombre! [...] Era el propósito de Dios que cuando los niños de las generaciones futuras preguntasen por el significado del glorioso arco que se extiende por el cielo, sus padres les repitiesen la historia del Diluvio, y les explicasen que el Altísimo había combado el arco, y lo había colocado en las nubes para asegurarles que las aguas no volverían jamás a inundar la tierra” (PP, 97).

Para los Adventistas del Séptimo Día, la Biblia continúa siendo el texto fundamental de nuestra fe. Enseña la cosmovisión, el “filtro” mediante el que debemos ver e interpretar el mundo, que puede ser un lugar muy desalentador y complicado. 
Las Escrituras crean el esquema que nos ayudará a comprender mejor la realidad en la que nos encontramos, de la que somos parte, y que a menudo nos confunde.
En Efesios 6:12; Marcos 13:7; Romanos 5:8; 8:28; Eclesiastés 9:5; Apocalipsis 20:5, 6 encontramos verdades se que nos pueden ayudar a comprender mejor la realidad que nos toca vivir.

Vivimos en un Generación que se mofa de las verdades bíblicas 2 Pedro 3:3, 4. Haciendo que la cosmovisión bíblica parezca poco inteligente. Sin embargo, al mismo tiempo de tener cuidado de no hacer que la Biblia diga más de lo que dice, debemos recordar que tener una cosmovisión bíblica no es incompatible con el método científico y tener en cuenta que el mensaje que recibimos de la Biblia no es principalmente científico, sino salvífico. Su enfoque es la historia de la salvación.

Como Adventistas del Séptimo Día, debemos ceñirnos firmemente a las enseñanzas de la Biblia, ya que esta es la verdad revelada de Dios para la humanidad, que nos explica muchas cosas sobre el mundo que de otro modo no sabríamos ni entenderíamos. Por lo tanto, la educación cristiana debe estar arraigada y cimentada en la Palabra de Dios, y debemos rechazar cualquier enseñanza contraria a ella.

¿Podemos ser intelectualmente honestos viviendo en un mundo de burladores científicos? ¿Cómo podemos ser personas de fe en un mundo que cree fuertemente en la ciencia?
¿Qué otras enseñanzas de la Biblia contradicen las creencias que la gente tiene? 
¿Qué debería enseñarnos esta diferencia acerca de la importancia de atenernos fielmente a la Palabra de Dios?
Creer en Dios, y no creer que él es el Creador; es no creer que Dios existe en absoluto.

IV. ADORAD AL REDENTOR

No son solo los filósofos y los teólogos los que están explorando la existencia de Dios. Los científicos también lo están.
Por ello, elegir una cosmovisión, sea basada en la Biblia o basada en la evolución requiere de. Sin embargo se necesita mucha fe para creer que el universo y toda la vida humana provienen de la nada.
En el universo ocurre mucho más de lo que se puede poner en un tubo de ensayo o bajo un microscopio. Hay mucho más que la física y la química.Si la supervivencia del más apto es nuestro marco de referencia, entonces, cualquier cosa que nos de prominencia y poder sobre los demás es aceptable.

Aunque la doctrina de la Creación es fundamental para nuestra fe, no aparece aislada, especialmente en el Nuevo Testamento. Generalmente está acompañada, y hasta íntimamente ligada, a la doctrina de la Redención porque, honestamente, en un mundo caído, de pecado y muerte, la Creación por sí sola no es suficiente. Vivimos, luchamos, sufrimos (como todos)... y luego, ¿qué? Morimos, y terminamos igual que los cadáveres de animales que quedan a la vera del camino.
¿Qué tiene eso de bueno?

Por ende, tenemos la doctrina de la Redención, que también es esencial para nuestra cosmovisión. Y eso significa que en el centro de todo lo que creemos está Jesucristo, crucificado y resucitado.

Juan 1:1 al 14 no dice quién era Jesús y lo que ha hecho por nosotros.

También presta atención al mensaje del primer ángel: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:6, 7).

Fíjate que el “evangelio eterno” está vinculado directamente con Dios como el Creador. Y, cuando nos damos cuenta de que el Dios que nos creó es el mismo Dios que, en carne humana, llevó el castigo por nuestro pecado sobre sí mismo, no es de extrañar que se nos llame a adorarlo. 
¿Qué otra respuesta debería surgir de nosotros al darnos cuenta de cómo es nuestro Dios realmente?

Por esta razón, Cristo, y él crucificado, debe ser nuestra prioridad en todo lo que enseñamos; una enseñanza que, a decir verdad, también debe incluir la Segunda Venida, porque la primera venida de Cristo realmente no nos beneficia en mucho sin la segunda, ¿verdad? Podríamos sostener, según las Escrituras, que la primera venida y la segunda venida de Cristo son dos partes de un acontecimiento: el plan de salvación.

Medita sobre la idea, expresada en Juan 1, de que aquel que hizo “todas las cosas” (Juan 1:3) fue quien murió en la Cruz por nosotros. ¿Por qué la adoración debería ser una respuesta natural incontenible?

V. LA LEY DE DIOS

Años atrás, en Francia, la nación estaba debatiendo la cuestión de la pena capital: ¿debía abolirse?
Los que estaban a favor de su abolición se pusieron en contacto con un famoso escritor y filósofo francés llamado Michel Foucault y le pidieron que escribiera un editorial en su nombre. Sin embargo, lo que hizo fue abogar no por abolir solo la pena de muerte, sino también todo el sistema penitenciario y dejar en libertad a todos los prisioneros.
¿Por qué? Porque para Michel Foucault todos los sistemas de moralidad eran meras construcciones humanas, ideas humanas puestas en práctica por quienes están en el poder para controlar a las masas. Por lo tanto, estos códigos morales no tenían legitimidad real.

Aunque esta postura nos resulte extrema, lo que vemos aquí es una consecuencia lógica de un problema que en realidad no es tan nuevo. Moisés lo abordó con relación al antiguo Israel hace miles de años. “No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece” (Deuteronomio 12:8; ver además Jueces 17:6; Proverbios 12:15).

Sin embargo, si no debemos hacer lo que bien nos parece a cada uno (es decir, nosotros no somos justos, santos ni lo suficientemente objetivos como para saber lo que es moralmente correcto), entonces, ¿cómo sabremos qué hacer? 
La respuesta, por supuesto, es que el Señor que nos creó también nos dio un código moral para vivir. Tal vez nuestros ojos no alcancen a distinguir qué es lo correcto, pero el Señor sí.
El Dr. Joel Hoffman destaca una diferencia rara vez mencionada entre los Diez Mandamientos y otros códigos legales. Ofrece una ilustración de un adolescente intrigante que reflexiona sobre cómo asegurar su futuro financiero. Casarse con una mujer adinerada mayor, matarla y enfrentar de siete a doce años de prisión. Sopesa las consecuencias; saldría de la cárcel a los treinta años, pero sería rico por el resto de su vida. Decide que vale la pena. Hoffman luego dice que no hay nada en el todo el cuerpo de la ley estadounidense que dice que usted no tiene derecho a hacer eso cálculo. En ninguna parte la ley estadounidense establece que si está dispuesto a hacer el tiempo, todavía no deberías cometer el crimen. 
Aquí es donde los Diez Mandamientos destacan en contraste, precisamente porque no establecen consecuencias específicas por la desobediencia. Ellos son ley moral, no ley legal. Por supuesto, más tarde estos mandamientos también constituyen el código legal de la nación de Israel. Pero los mandamientos nos dicen qué hacer y qué no hacer, no para evitar ciertas consecuencias específicas, sino porque Dios está comunicando lo que es moralmente correcto y moralmente incorrecto, algo que la ley estadounidense (América es probable que represente a otros países a este respecto) no lo hace. Quizás esta sea también la razón por la que los Diez Mandamientos no se introducen como "Mandamientos" (mitsvot), sino como "palabras" (de barim) (Éxodo. 20: 1).
En Deuteronomio 6:5; Marcos 12:29–31; Apocalipsis 14:12 tenemos textos que nos enseñan sobre la conducta moral.
Si hacemos de la Redención un tema central en nuestra cosmovisión cristiana, entonces (como vimos la semana pasada) la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, también deben ser primordiales. A fin de cuentas, ¿de qué somos redimidos más que del pecado, que es violar la Ley (Romanos 3:20)? 
El evangelio realmente no tiene sentido separado de la Ley de Dios, lo cual es una de las razones por las que sabemos que la Ley continúa siendo vinculante para nosotros, a pesar de su incapacidad para salvarnos. (Por eso necesitamos el evangelio.)
Por lo tanto, toda la educación adventista del séptimo día debe enfatizar lo que Elena de White ha llamado “la perpetuidad de la Ley” (CS, 68, 69); que incluye el sábado. Si la educación está para ayudar a restaurar lo más posible la imagen de Dios en nosotros en esta vida, entonces, incluso en el nivel más básico, la Ley de Dios debe ser exaltada, teniendo en cuenta el ejemplo de Cristo, como el código moral que nos muestra lo que realmente es correcto a la vista de Dios.

CONCLUSIÓN

EL BOSQUE FENTON
Un polluelo que había perdido a toda su familia había sido criado por el oso Negrín.
Negrín estaba muy feliz. Hizo un trabajo maravilloso alimentándolo. Le pidió ayuda al mapache Randy para conseguir algunos gusanos y le preguntó a Jackie la arrendajo cómo debía alimentar al pequeño pajarito
En pocos meses, el pequeño azulejo andaba saltando por todo el foso del oso gruñón.
Gruñón y su familia hicieron todo lo posible para cuidar al Pequeño azulejo, pero el pobre estaba tratando de actuar como un oso. Trataba de imitar el gruñido y la actitud de los únicos padres que conocía. Era una tarea imposible ya que no había nacido para ser un oso. Era sumamente frustrante. Sabía que algo andaba mal y pensó que el problema era él. No podía hacer nada de lo que hacían los otros cachorros de oso, por mucho que lo intentara.
Cada vez se desanimada más con su vida en la madriguera de Gruñón, hasta que un día, un día glorioso, un azulejo llegó al bosque FENTON y visitó al pajarito dónde vivía. Fue entonces cuando el bebé azulejo se dio cuenta de aquello para lo que había sido creado y dejo de tratar de ser un oso. Entonces el viejo Búho sabio dijo: "Cuando sabes de dónde vienes, sabes quién eres".

“El verdadero objetivo de la educación es restaurar la imagen de Dios en el alma” (PP, 645). 

¿Qué significa eso? ¿Por qué la educación adventista debe ser mayormente tan diferente de como el mundo ve la educación? 

Con esta idea en mente, podemos ver por qué una cosmovisión cristiana sólida es fundamental para la educación adventista. Al fin y al cabo, como observamos anteriormente, la educación en sí misma no es necesariamente buena. La gente puede ser instruida, sumamente versada en ideas y actitudes que contradicen los principios que se encuentran en la Biblia. Por eso, como Adventistas del Séptimo Día, nuestro sistema educativo debe basarse en la cosmovisión cristiana. Esto significa, entonces, que todos los ámbitos generales de la educación, la ciencia, la historia, la moralidad, la cultura y otros, se enseñarán desde esa perspectiva, y no desde una que la contradiga o incluso la ignore. Además, como se dijo anteriormente, no existe una perspectiva neutral: toda la vida, toda la realidad, se ve a través de los filtros de la cosmovisión de cada uno, ya sea que se adopte esa cosmovisión de manera coherente y sistemática o no. Por lo tanto, es fundamental que la cosmovisión bíblica forme la base de toda la educación adventista del séptimo día.

¿Qué ejemplos de la historia recuerdas de sistemas enteros de educación que fueron (o incluso son) muy destructivos? ¿Cuáles fueron algunos de esos lugares, qué se les enseñaba a los alumnos allí y qué podemos aprender de ellos? ¿Cómo podemos proteger nuestros sistemas educativos de estas influencias destructivas?
¿Cuáles son las diferentes visiones del mundo hoy que dejan una puerta abierta para el mal y la tiranía para hacerse un hueco en la sociedad? ¿Cómo se explica que estas cosmovisiones pueden ser sostenidas por individuos que son extremadamente amables y, como dice el refrán, "no harían daño ni a una mosca"?

Hoy analizamos algunos de los puntos clave de una cosmovisión cristiana: la existencia de Dios, la Creación, la Biblia, el plan de Redención y la Ley de Dios. ¿Qué otros elementos importantes deberían incluirse en cualquier formulación completa de una cosmovisión cristiana?

Un pensador del siglo XVIII una vez escribió: “¡Oh, conciencia!¡Conciencia! Instinto divino, guía segura de un ser ignorante y confinado, aunque inteligente y libre, eres una jueza infalible del bien y del mal, que hace que el hombre se asemeje a la Deidad”. 
¿Qué hay de bueno y qué hay de malo con esta postura?

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