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Esperanza, Trabajo, Paciencia - La Peste

"Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible." 1 Corintios 9:25.

VIVIMOS UN IRONMAN

Covid19 es apenas el Primer tramo de esta larga carrera que cada sociedad, familia y persona tendrá que afrontar.
La Pandemia, como un IronMan - Donde la Primera etapa es un kilómetro de Natación - precisará un buen calentamiento y no tener miedo de lanzarse al agua. Por supuesto, el primero en salir del agua tendrá mayores posibilidades de ganar la carrera. Es verdad que hoy, todos tienen miedo de lanzarse al turbión de aguas agitadas y turbias; pero la otra orilla espera. Muchos, congelados por el miedo, no quieren hacerlo; pero, no hay de otra, si no te lanzas, te empujan. Hasta los que tienen experiencia han temblado, pero uno a uno (todos los países) están entrando. Así que, mejor encomendarse a Dios y, luego de entrar al agua, remar con los dos brazos con todas las fuerzas y con la mirada al frente.

Los que lleguen primero tendrán derecho a masaje y a quitarse de encima, toda esa sensación del peso acuático, del cansancio y; habrán demostrado que "tenían pulmones" para esta "Neumonía atípica" y que aún queda aliento para más.

En la segunda fase (Manejar bicicleta por 180 km), los participantes se expondrán al calor abrazante de los medios y a las subidas y bajadas de la Crisis social No estará fácil, porque a pesar de que es un trayecto que se va sentado (solo acomodando números y haciendo cálculos) habrá techos de subida que arrancarán el aliento y los "calambres" sociales estarán a pedir de boca. Más, incluso si hubiera un estirón inesperado, habrá opción a un masaje por el equipo que alivia dolores o una ambulancia que marcará el fin y se llevará a quienes sean seriamente lesionados. Muchos se quedarán en esta etapa, porque sus máquinas (estructuras y grupos sociales) para el buen funcionamiento de esta corrida, están seriamente comprometidas, pues no recibieron el mantenimiento y soporte necesario.

Lo lindo de la bicicleta es el paisaje, lo malo son los conductores desgobernados (malos líderes y dirigentes), que viven dirigiendo su movilidad al filo de la carretera. Esos que dan un susto tras otro. Manténgase a buen recaudo y a una distancia suficiente para no ser afectado en el ritmo que lleva.

Una vez superada la Prueba del agua (Pandemia) y la prueba de la bicicleta (Crisis social) vendrá la Maratón de 42 km a trote (Crisis Económica), dónde solo se mantendrán una mitad o un tercio de los que comenzaron está corrida. Los otros protagonistas (actuales gobernantes y ciudadanos), quienes comenzaron la carrera habrán quedado a medio camino.

En esta maratón, cómo usted bien sabe, nos encontraremos con el muro (Casi por el Km 30 de la Marathon), cuando la cabeza le dice a los pies, que ya no puede más y cuando ya dependerá solo de la resistencia de las piernas, llegar a la meta final.

Cómo bien se sabe, entre los primeros en llegar y los últimos, hay una grande variación de tiempo (casi el doble de tiempo). Sin embargo, para los que quieran estar entre los primeros diez, cada segundo cuenta. No cualquiera corre un IronMan porque es una prueba para personas de alta performance. (Solo al final los podremos conocer)

Quién cruce el agua, ya sobrevivirá; más quien quiera ganar deberá poner toda su musculatura en acción, aplicar su disciplina y, como buen atleta, abstenerse hasta de lo más mínimo que pueda serle perjudicial para que la esperanza sea entrenada, hasta el punto de tornarse otra fuerza que sume a la convicción de que se está poniendo el pie un paso más allá de la línea de la meta.

En el IronMan se corre por equipos pero la preparación es personal. 
Hasta hoy no se conoce de un ganador que lo haya logrado sin preparación. Los alemanes lo sabían; por eso, nunca cerraron sus universidades, ni dejaron de invertir en educación, incluso en plena segunda guerra mundial.

¿Hay cosas que dejar? Sin duda alguna.
Por eso mismo, el consejo apostólico, visando aquel momento glorioso de la llegada, cuando la ovación de las personas es viva y estremecedora, cuando las lágrimas y los abrazos rompen las emociones contenidas y sueltan un diluvio de alegría y felicidad, reza así:
"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: "Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados." Hebreos 12:1-11.

Mí madre me dijo un día:
- Hijo el mundo que te va a tocar a ti, será doblemente difícil del que me tocó a mí. Así que, ¡Prepárate!

Aunque esa es la realidad, no tenga miedo. Corra para el Señor y dedique esta victoria para Dios. No faltarán las fuerzas porque Él las multiplicará cuando más se necesiten.
"Porque si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos." Romanos 14:8. A Él sea la gloria hoy y siempre. Amén.

PD. Si sobreviví a todo esto y luego me invitan a correr un IronMan... Con toda seguridad, será pan comido. Rsrsrsrs

La carrera es larga. Dios nos permita tener el privilegio de decir como el apóstol Pablo: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida." 2 Timoteo 4:7, 8.

La crisis del Coronavirus se había convertido en la crisis del desempleo. Había miles en busca de trabajo.

Casi el 10% de la población perdió su empleo. El peor resultado en 24 años. La economía entró en recesión.

Servicios - 9,3
Industria - 12,3
Agronegocio + 0,4

Una recuperación en V significa una vuelta rápida en crecimiento.  Sin embargo, fueron alcanzados niveles nunca antes vistos de desempleo.

El Comercio fue uno de los que más sintió la crisis. 2 millones de personas perdieron el empleo en el comercio, principalmente ropa y calzados.

Para muchos todos los sueños acabaron. Había una infinidad de tiendas cerraron durante la pandemia. Ya no se pudo mantener la lista de contratos.

Se activó el Seguro de desempleo. En la fase más aguda de la pandemia, muchos perdieron el trabajo. Es probable que haya más gente sin trabajar que gente trabajando.

Servicios domésticos, de alojamiento y alimentación acabaron. El encapsulamiento fue el fin del turismo.

Los barrios y lugares de mucho movimiento quedaron desolados. Tiendas y tiendas cerraron y solo quedó el letrero de "Se Alquila". A diario muchos llegaban a su lugar de trabajo a tan solo decir: "Vine a firmar mí demisión."

- Antes de la pandemia no me preocupaba con nada, hoy está muy difícil. - decía un reciente desempleado.

Nuevos proyectos quedaron desbancados. Hubo medidas económicas muy flojas. Y una reapertura muy floja deja la duda de volver a lo normal. Dejar la epidemia descontrolada afecto la economía de manera desastrosa. Había un Futuro incierto. Había miles de empresas que vendiendo al por menor.

Un emprendedor decía: "Vendí mí propia celular y abrimos una tienda. Fuimos negociando por todas partes para poder comenzar otra vez. Es un desafío poder comenzar de cero. Más tenemos que buscar otra forma de crecer."

Muebles de la tienda se fueron a la casa. Muchos tuvieron que aprender a abrir la tienda virtual. Online.
Aquel abrazo al cliente ya no existe más. Otros aprovecharon para reformar el predio.

UN TIEMPO DE Paradigma

Recuerdo a mí profesor de la maestría cuando nos mostraba la Universidad de Berlín que nunca se cerró incluso con toda la ciudad destruida y las bombas cayendo en la segunda guerra mundial.

No es aconsejable concebir una receta de reactivación poscovid bajo el mismo paradigma de desarrollo económico y social. Las medidas necesarias y urgentes de sobrevivencia en esta pandemia no deben comprometer el mediano y largo plazo, pues ese horizonte debe construirse de manera participativa y democrática bajo nuevos paradigmas de desarrollo humano, que reconfiguren el aparato productivo y sistema social en busca de eficiencia productiva, equidad distributiva, bienestar social, responsabilidad ecológica, desarrollo tecnológico, generación y acceso a información. Caso contrario sería continuar con la misma forma de pensar, “reactivando” más de lo mismo, lo cual no es racional.

Pese a la crisis debemos pedir sabiduría a Dios para las próximas iniciativas que puedan tener un efecto catalizador para el bien.

EL ENTRENAMIENTO (El Trabajo)

Ante tal desafío necesitamos un entrenamiento fortalecedor.
Sinceramente, creo que para este cometido Dios nos regaló el don del trabajo. 
"El trabajo es una bendición. No es posible disfrutar de salud sin trabajo. Hay que ejercitar todas las facultades para que puedan desarrollarse debidamente y para que tanto hombres como mujeres posean una mente bien equilibrada. Si se hubiera dado a los jóvenes una acabada educación en los diferentes ramos de trabajo, si se les hubiera enseñado el trabajo tanto como las ciencias, la educación les habría sido más ventajosa." 
Calvino entendía el  que el trabajo debe ser visto como una bendición, ya que debe realizarse para glorificar a Dios" El valoraba el trabajo y reinvertía el fruto del trabajo en más trabajo. Moisés en el libro de Deuteronomio 24:14 ya anticipaba: "No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día le darás su jornal; y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con el sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado." "La puntualidad en el pago de los jornales es un requisito divino tan positivo como la observancia del sábado o el diezmo. No es un acto de benevolencia, sino de justicia... El pobre no tenía reservas. Necesitaba del jornal diario para poder subsistir" 1CBA, 1052.
Está comprobado que gran parte de los feminicidios ocurren cuando el hombre se encuentra desempleado y toma decisiones desequilibradas.

Lamentablemente, un común denominador durante la pandemia fue la violencia intrafamiliar ante la enorme demisión y despido de miles de empleados. La cuarentena que acabó con un sin fin de trabajos hizo que, la fortaleza constante del desarrollo cotidiano de las facultades, se volcase a la destrucción de todas las estructuras que protegían al individuo y su familia.
El trabajo es clave para la buena sobrevivencia y buena convivencia en este difícil desafío. Y en el caso de la pandemia era difícil esperar un tiempo favorable. Claro, tenemos la esperanza de que la epidemia no dure mucho.

Un hombre que trabaja, vence la pobreza, abre el porvenir, soporta, por veces, el silencio por las noches en la mesa, y procura dar lugar para la pasión en el universo.

Trabajo para no pensar
En tiempos de paz, la lucha es la misma para todos: la gente se casa, se quiere todavía un poco de tiempo, trabaja. Trabaja tanto que se olvida de quererse. Trabaja hasta encerrarse en un ciclo que se convierte en una burbuja personal.

Para luchar contra la abstracción o ensimismamiento es preciso parecérsele un poco. Pero ¿cómo comprender esto? La abstracción es todo lo que se opone a la felicidad,  llega a suceder que la abstracción resulta a veces más fuerte que la felicidad y que entonces, y solamente entonces, es cuando hay que tenerla en cuenta.

Así, se vive la lucha sorda entre la felicidad de cada hombre y la abstracción de la peste, que constituyó la vida de nuestra ciudad durante este largo período. Pero allí donde unos veían la abstracción, otros veían la realidad. Sentían impaciencia por la felicidad, vivían en su propia burbuja.

¿Eran realmente la abstracción aquellos días pasados en el hospital donde la peste llegaba a cientos de muertos por semana? 
Sí, en la desgracia había una parte de abstracción y de irrealidad.

Trabajo Febril y moroso
Para los médicos fue un tiempo de grande agotamiento. Muchos prefirieron apartarse del trabajo. Otros hacían consultas a domicilio Pero las visitas, por ejemplo, se iban haciendo insoportables.

Para los médicos, al cabo de esas semanas agotadoras, después de todos esos crepúsculos en que la ciudad se volcaba en las calles para dar vueltas a la redonda, comprendía que ya no tenía que defenderse de la piedad. Uno se cansa de la piedad cuando la piedad es inútil.

El final del primer mes de peste fue ensombrecido por un recrudecimiento marcado de la pandemia.

Pensaba un clérigo: Felizmente, tengo trabajo, eso es éxito.
Defensores calurosos de un cristianismo exigente, tan alejado del libertinaje del día como del oscurantismo de los siglos pasados; estos trabajaban día y noche organizando semanas de plegarias colectivas.
Notoriamente, estás eran seguidas por un público numeroso. Esto no quiere decir que en tiempos normales los habitantes fuesen particularmente piadosos. Procuraban afanosos ocuparse en demostrar que Dios, obsesionado en su eterna esperanza, no ha apartado de ellos su mirada. Que Dios no es tibio. Y que pronto todos verían su mano cuando todo esto termine. Aunque motivador; a veces parecía que todo esto, solo encubría la verdadera situación.

Así, los días pasaban, así más rápidos; y en la situación en que se encontraba la ciudad entera se podía decir que cada día pasado acercaba a cada hombre, siempre que no muriese, al fin de sus sufrimientos.

Aunque nos llovía la ilusión, la esperanza también están por doquier, pues una mirada donde se lee la bondad será siempre más fuerte que la peste. Ciertamente, sólo los artistas saben mirar.

De cierto modo, el trabajo no solo significa, sino que vivifica. Hace dos siglos una epidemia de peste mató a todos los habitantes de una ciudad de Persia excepto, precisamente, al que lavaba a los muertos, que no había dejado de ejercer su profesión.

En un tiempo cuando nada funciona cuando valioso es un trabajo bien hecho.
Con buena razón decía un jefe: p"Lo que me interesa es su trabajo aquí. Y la mejor manera que puede usted encontrar de ser útil en estas terribles circunstancias es hacer bien su trabajo. Si no todo lo demás no sirve para nada."

Pero no todos los trabajos sufrieron reducciones o despidos. Áreas como bioseguridad, alimentos y medicinas tuvieron crecimiento exponencial. Un funcionario decía:
-  Para mí sería bueno que sea siempre así. Estoy vendiendo como nunca.
Otro empresario decía:
- Me faltaron manos como nuca antes.

Luego de las aperturas de la cuarentena, comenzó el trabajo de los abogados. Todos se querellaban: El empleado contra el patrón, la mujer contra el marido y así por delante. Ciertamente, aunque los designios de la Providencia son impenetrables, los pleitos del hombre son casi siempre superficiales.

En está reapertura fue el contagio de los jueces. Ahora estos, y la policía parecían el enemigo número uno. Todo aire soñador se estaba acabando. Nunca se había respetado tanto las leyes por sus excesivas multas y tasas. Parece que lo que más importaba no era la ley, sino la condenación.
En hora buena, por el cambio de gobierno hubo una ley que derogó todas las multas de la cuarentena.

El trabajo de los futbolistas desapareció. Las hinchadas y los estadios quedaron prohibidos para evitar las aglomeraciones y el contagio.

¿La Pandemia continuaba su trabajo?

Parecía que no y que incluso la curva de las estadísticas subía menos de prisa. Pero, lo que pasaba era, simplemente, que los medios de lucha contra la peste eran insuficientes.
-Nos falta material - decían los doctores-. En todos los ejércitos del mundo se reemplaza el material con hombres, pero a nosotros nos faltan hombres también. Estábamos jugando con menos hombres en cancha. Distribuir el juego era clave para sobrevivir. El medio centro es el que distribuye el juego. Y distribuir el juego es todo el fútbol.

Esa se había tornado nuestra misión en la vida: abrir oportunidades, dar ocasiones y evitar la formación de filas. Es quizás, lo único que nos queda.

RECOMENZAR

¿Fue por error por lo que se le ocurrió colgarse?
- Sí, una tontería, ya lo sé.
-Ya veo -dijo Tarrou- que no entrará usted en nuestros equipos.
-No deben quererme mal por eso.
-Claro que no. Pero procure usted, por lo menos -dijo Tarrou-, no propagar voluntariamente el microbio.
Cottard protestó y dijo que él no había deseado la peste, que la peste había venido porque sí, y que no era culpa suya si le servía para solucionar sus conflictos por el momento.
Cottard añadía con voz enérgica:
- Por lo demás, mi idea es que no conseguirán ustedes nada.

Ustedes no han comprendido todavía -observó Rambert alzando los hombros.
-¿Qué?
-La peste.
- ¡Ah! -dijo Rieux.
- No, ustedes no han comprendido que su mecanismo es recomenzar.
- Este disco es absurdo -dijo Rambert-. Y además es la décima vez que lo oigo en el día.
-¿Tanto le gusta?
-No, pero no tengo otro.
Y después de un momento:
- Está visto que la cosa consiste en recomenzar.

La etapa más escabrosa de está crisis. Evitar el rebrote es indispensable.
Cadáveres de líderes obliga a pensar en nuevos liderazgos
A ver si así logramos empezar a levantar este desastre y sanar las heridas

La mano de obra no era suficiente ni para los equipos ni para lo que se llamaba el trabajo grueso. Pero a partir del momento en que la peste se apoderó realmente de la ciudad, entonces su exceso mismo arrastró consecuencias muy cómodas, porque desorganizó toda la vida económica y produjo un gran número de desocupados. La mayor parte no se reclutaba para los equipos, pero los trabajos más gruesos fueron siendo facilitados por ellos. A partir de ese momento se vio que la miseria era más fuerte que el miedo, tanto más cuanto que el trabajo estaba pagado en proporción al peligro.
La prohibición de despedir gente en pandemia fue solo un saludo a la bandera.Y es que para muchas empresas tampoco había otra salida. Algunas llegaron a quebrar, principalmente las más pequeñas. Mientras, los planes para salvar la economía parecen ser pistolas de agua frente a un incendio de magnitud.
Esa típica tensa calma que pende de un hilo.
"Es que yo ya no puedo seguir encerrado”, decía. En ese momento pensé en la irresponsabilidad de sus actos, pero ahora creo que no me atrevo a señalarlos.
El ataque del coronavirus está desnudando miserias de unos y otro.

Los servicios sanitarios llegaron a disponer de una lista de solicitantes, y en cuanto una vacante se producía se avisaba inmediatamente a los primeros de la lista que -si en el intervalo no habían causado ellos también una vacante- no dejaban de presentarse. Así, pues, el prefecto, que había vacilado durante mucho tiempo en utilizar a los condenados a largas penas para ese género de trabajo, pudo evitarse llegar a ese extremo. Según su opinión, mientras hubiera desocupados, se podía esperar.

Su misión no era curar, sino únicamente diagnosticar.

Descubrir, ver, describir, registrar, y después desahuciar, esta era su tarea.
Había mujeres que le cogían la mano gritando: "¡Doctor, déle usted la vida!" Pero él no estaba allí para dar la vida sino para ordenar el aislamiento. ¿A qué conducía el odio que leía entonces en las caras? "No tiene usted corazón", le habían dicho un día; sin embargo tenía un corazón. Le servía para soportar las veinte horas diarias que pasaba viendo morir a hombres que estaban hechos para vivir. Le servía para recomenzar todos los días; pero eso sí, sólo tenía lo suficiente para eso. ¿Cómo pretender que le alcanzase para dar la vida?
No, no era su socorro lo que distribuía a lo largo del día, eran meros informes.

LA PACIENCIA

Empezamos el mes del amor que no se puede abrazar, del estudiante sin año escolar y de los médicos de luto. Es pesada la factura que nos está pasando el coronavirus, pero más que la enfermedad, me parece que la mayor cuenta llega por el cáncer mental que sacó a relucir esta emergencia sanitaria.

Los muertos en las calles, cientos de nuevos infectados reportados cada día y hospitales colapsados en junio, julio y agosto fueron la representación del momento más duro de la enfermedad en nuestro país. Cuántas vidas perdidas, tanto dolor en el corazón de muchas familias en un calvario que parecía no tener fin.

¿Cuánta gente no habrá caído en una profunda depresión a causa de todo esto?

En las circunstancias difíciles que atravesaba la ciudad, la palabra "novedad" había perdido su sentido.

Era una suerte que existiese el cansancio. Si Rieux hubiera estado más entero, este olor de muerte difundido por todas partes hubiera podido volverle sentimental. Pero cuando no se ha dormido más que cuatro horas no se es sentimental. Se ven las cosas como son, es decir, que se las ve según la justicia, según la odiosa e irrisoria justicia. Y los otros, los desahuciados, lo sabían perfectamente, ellos también. Antes de la peste lo recibían siempre como a un salvador. Él podía arreglarlo todo con tres píldoras y una jeringa y le apretaban el brazo al acompañarlo por los pasillos. Era halagador pero peligroso. Ahora, por el contrario, se presentaba con una escolta de soldados y había que empezar a culatazos con la puerta para que la familia se decidiese a abrir. Ahora querrían arrastrarlo y arrastrar con ellos a la humanidad entera hacia la muerte.

Pero el efecto más peligroso del agotamiento que ganaba, poco a poco, a todos los que mantenían esta lucha contra la plaga, no era esta indiferencia ante los acontecimientos exteriores o ante los testimonios de los otros, sino el abandono a que se entregaban...En esto estaba el verdadero peligro, pues era la lucha misma contra la peste la que los hacía más vulnerables a ella. Lo dejaban todo al azar y el azar no tiene miramientos con nadie.

Con la peste se acabaron las investigaciones secretas. Los expedientes, las fichas, las informaciones misteriosas y los arrestos inminentes. Propiamente hablando se acabó la policía, se acabaron los crímenes pasados o actuales, se acabaron los culpables. No hay más que condenados que esperan el más arbitrario de los indultos y, entre ellos, los policías mismos.

¿No cree usted en Dios? -
Él reconoció que no, y la vieja repitió que era por eso.
Tiene usted razón, debe reunirse con ella. Si no, ¿qué le quedaría a usted?

¡Hermanos míos, hay que ser ese que queda!

No hay una isla en la Peste. No hay término medio.

Hay que admitir lo que nos causa escándalo porque sino habría que escoger entre amar a Dios u odiarle ¿Y quién se atrevería a escoger el odio a Dios?

El amor a Dios es un amor difícil.
Implica el abandono total de sí mismo y el desprecio de la propia persona. Pero sólo Él puede borrar el sufrimiento y la muerte de los niños, sólo Él puede hacerla necesaria, mas es imposible comprenderla y lo único que nos queda es quererla. Esta es la difícil lección que quiero compartir con vosotros. Esta es la fe, cruel a los ojos de los hombres, decisiva a los ojos de Dios, al cual hay que acercarse. Es preciso que nos pongamos a la altura de esta imagen terrible. Sobre esa cumbre todo se confundirá y se igualará, la verdad brotará de la aparente injusticia.

(Por el rebote de la epidemia) Volvió al pesimismo con la misma inconsciencia con que primero se había entregado al optimismo.

Ya no había un solo edificio público que no hubiera sido transformado en hospital o en lazareto, y si todavía se respetaba la prefectura era porque había que conservar aquel sitio para reunirse.

Había que esperar todavía, pero a fuerza de esperar se acaba por no esperar nada, y nuestra ciudad entera llegó a vivir sin porvenir.

Cottard prosperaba y sus pequeñas especulaciones lo enriquecian.

No había sitio en el corazón de nadie más que para una vieja y tibia esperanza, esa esperanza que impide abandonarse a la muerte y que no es más que la obstinación de vivir.

Si salgo de esta, ¡Hay que quitarse el sombrero doctor! Pero enseguida cayó en una gran postración.
Todos los desaciertos y mala gestión, hacen que la gente busque nuevas opciones.

Tiempo de crisis, tiempo de estrategias astutas y cínicas

LA ESPERANZA

Infelizmente, los últimos casos terminaron sucumbiendo a la peste. Eran los desafortunados de la peste, los que morían en plena esperanza. Sin embargo, aparecía una luz al final del tunel.

-Ya está - decía- vuelven a salir.
- ¿Quién?
- ¿Quién va a ser? ¡Las ratas!
Desde el mes de abril no se había vuelto a ver una rata muerta.
- ¿Es que esto va a recomenzar? - dijo Tarrou a Rieux.
El viejo se frotaba las manos.
- ¡Hay que ver cómo corren!, Da gusto.

La aparición de las ratas era una señal de que la peste se había ido.


A partir del momento en que la mas íntima esperanza a hizo posible en el ánimo de nuestros conciudadanos, el reinado efectivo de la peste había terminado.

Es cierto que en algunas casas las persianas siguieron cerradas y las familias pasaron en silencio esta velada que otros llenaron de gritos. Sin embargo, para muchos de esos seres enlutados, el alivio era también profundo, bien porque el miedo de ver a otros de los suyos arrebatados hubiera desaparecido, o bien porque la atención necesaria para su conservación personal pudiera dejar de estar alerta. Pero las familias que tenían que quedar más ajenas a la alegría general eran, sin discusión, las que en ese momento tenían un enfermo debatiéndose con la peste en un hospital, o las que en las residencias de cuarentena o en sus casas esperaban que la plaga terminase para ellas como había terminado para los otros. Éstas concebían también esperanzas, es cierto, pero hacían de ellas un depósito que dejaban en reserva y al que se proponían no tocar hasta tener verdaderamente derecho. Esta espera, esta vigilia silenciosa a mitad del camino entre la agonía y la alegría, les resultaba aun más cruel en medio del júbilo general.

La liberación que se aproximaba tenía una cara en la que se mezclaban lágrimas y la risa.
A todos los servicios perturbados durante la epidemia les costaría un poco de trabajo volver a llevar anclas.

Tenía la impresión de que la oeste había terminado brutalmente y le faltaba presencia de ánimo antes este hecho. La felicidad llegaba a toda marcha, el acontecimiento iba más de prisa que el deseo. Rambert sabía que todo iba a serle devuelto de golpe y que la alegría es una quemadura que no se saborea.

descubrimos que hay algo que nos une por encima de las fronteras geográficas culturales e ideológicas: la urgencia de salvar vidas y la solidaridad entre seres humanos frente a la muerte.

“¡Quiero descansar! Necesito desconectarme”.

“Siento que todo el día estoy frente a la pantalla… ahora trabajo (o estudio) más que antes”.

Sin horario. Esta forma de hacer las cosas no funciona.

Es muy satisfactorio decir “¡al diablo con todos ellos!” Esa maldición nos endulza la boca por un momento, pero no sirve de nada.
Cuando el rally acabe, habrán quedado los corredores valientes y visionarios que supieron deshacerse de las viejas trampas, piedras y bloqueos, de las consignas retorcidas y de los personajes acostumbrados a subir y bajar la banderilla a cuadros. Se habrán dado cuenta de que el rally de la educación está hecho de fe, vocación, voluntades, conocimiento, comunicación y actitud.

Este rally exige derribar mitos, enterrar paradigmas, deshacerse de pesos pesados y ponerse a abrazar libertades.

Será hora de reafirmar su estrategia demostrando todas sus capacidades: cooperación, creatividad, comunicación, conocimiento técnico, humildad para seguir aprendiendo y actitud propositiva, ellas serán el agua, el aceite, el combustible, y las tuercas de repuesto para entender la hoja de ruta y llegar a la meta con la satisfacción de haber puesto todo en esta competencia.

El rally nos debe dejar más aprendizajes que lamentos.

Necesitamos correr un rally cuyos retos sean sepultar las brechas, los mitos, el pesimismo, la cultura del “pero…”, el egoísmo, la viveza criolla que solo quiere obtener ventajas, la ignorancia y la mediocridad.

"El trabajo es una bendición, pero tan solo cuando ocupa el lugar adecuado en nuestra vida y cuando es equilibrado con calificación técnica, entusiasmo y motivación correcta". Si no es así, entoces solo se corre atrás del viento.

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By Raquel Arrais El texto bíblico de esta mañana está en Isaías 60:1 “¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!” (RVR1995). Isaías nos anima a levantarnos y brillar porque ha llegado su “luz”. Elena de White define ese llamado al usar la imagen de “levantarse y resplandecer” en un mensaje poderoso. “Si alguna vez hubo un tiempo en la historia de los adventistas cuando deberían levantarse y brillar, ese tiempo es ahora. A ninguna voz se le debiera impedir proclamar el mensaje del tercer ángel. Que nadie, por temor de perder prestigio en el mundo, oscurezca un solo rayo de luz que proviene de la Fuente de toda luz. Se requiere valor moral para hacer la obra de Dios en estos días, pero que nadie sea conducido por el espíritu de la sabiduría humana. La verdad debiera ser todo para nosotros. Que los que quieren hacerse de renombre en el mundo se vayan con el mundo”.1 Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, dice el profeta Isaías. La

Las 5 excusas de Moisés

By Bonita J. Shields Desde mi percepción infantil, la iglesia de mi ciudad natal era enorme! Recuerdo la larguísima escalera que llevaba hasta el subsuelo donde funcionaba mi escuela sabática. La sala de reuniones era tremenda porque hasta podíamos jugar fútbol de salón en ella. ¿Y el campo de juegos? Era lo máximo en que podía pensar. Hasta que ya en mis años adolescentes advertí, súbitamente, que mi iglesia no era tan grande después de todo. Si bien comprendí al mismo tiempo que no por ello era la más pequeña tampoco, no me quedaron dudas de que definitivamente aquella no era la enorme, la colosal estructura que impresionó mi niñez. La vida de fe de Moisés no comenzó en Hebreos 11, el capítulo de los famosos héroes de la fe. Comenzó junto a una zarza ardiendo, durante una conversación con Dios. Moisés no le contestó con entusiasmo: “Sí Señor, sea hecha tu voluntad”. Fue más bien: “Señor... ¿No podrías enviar a algún otro?” Lo que recordamos de los relato