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El ciego Bartimeo - Milagros y Bendiciones

Marcos 10:46-52
¿Tiene alguien en su familia que sea ciego de nacimiento? ¿Cómo es vivir con alguien con esa imitación
¿Conoce a alguien o tiene en su familia alguien que podía ver y quedó ciego? ¿Cuál fue la reacción de la persona y cómo fue su adaptación?

INTRODUCCIÓN

Hoy estudiaremos el relato bíblico que nos presenta a un personaje conocido como Bartimeo. En realidad, Bartimeo no era su nombre.
El relato no menciona su nombre, pero sí cómo se lo conocía. Bar quiere decir hijo, y Timeo era el nombre de su padre. Por lo tanto, al hombre se lo conocía por el nombre de su padre.
El texto nos dice que estaba mendigando junto al camino. En ese tiempo, los deficientes no recibían muchas acciones de misericordia. Estaban condenados a su destino. Y si socialmente eran rechazados, espiritualmente eran considerados dignos de culpa.
El texto da a entender que él estaba consciente de su situación pues tenía necesidades, y por eso pedía.
Por el contexto, notamos que se acercaba la Pascua, eso quería decir que las personas tenían que pasar inevitablemente por Jericó para ir a Jerusalén. Allí, el hombre había encontrado un lugar estratégico para pedir limosna a los que pasaban por Jericó. Y en ese lugar sucedió esta historia de su encuentro con Jesús.

La historia del ciego de Jericó o ciego Bartimeo, como también es conocida, está relatada en los tres primeros evangelios y se trata de una historia real. 
Jesús y sus discípulos pasaban por Jericó, y por donde pasaban una multitud se acercaba a Él, unos para recibir curación, otros para oír sus mensajes y otros para acusarlo de alguna forma.
En todos los lugares por donde pasaba, se producían cambios: los lugares eran modificados, las vidas transformadas, las personas eran sanadas, pero lamentablemente también había un grupo de personas (líderes religiosos) cuyo odio contra Jesús también aumentaba. 
Fue en este contexto que el ciego Bartimeo oyó decir que Jesús estaba pasando por allí y que había esperanza para su vida.

El relato de Bartimeo es una historia real. Puede asemejarse a la historia de muchos otros. Su historia puede no corresponder exactamente a la de este hombre, pero puede existir algo en común entre usted y Bartimeo.
Tal vez, usted no sea ciego, ni mendigo, pero puede encontrarse necesitado, desesperado, angustiado o con culpa. Haga hoy como hizo Bartimeo: clame a Jesús, venga a él, dispóngase a seguirlo.
 
Piense conmigo ¿Cuál es su reacción cuando está en un lugar y viene una persona ciega acompañada por otra persona y le pide ayuda? ¿Usted ayuda con alegría, sin condiciones y sin preconceptos?

Literalmente, el texto dice que Bartimeo era ciego. Por el relato se entiende que un día tuvo una buena visión, pero la perdió por causa de una enfermedad o algún suceso no narrado. La ceguera limitaba sus acciones y movimientos, lo que le impedía contemplar las bellezas de la vida.

El texto afirma que Bartimeo era mendigo. La ceguera produce empobrecimiento, marginaliza, segrega y discrimina, pues muchos evitan la compañía de alguien que no tiene visión.
Hay varios niveles de mendicidad: física, emocional, afectiva, psicológica y espiritual. También vimos en el texto que Bartimeo era ciego, pero tenía una buena audición. Oyó el bullicio de la multitud que seguía a Jesús y preguntó qué estaba sucediendo y quién pasaba por allí. 

Cuando supo que era Jesús, algo diferente comenzó a suceder dentro de él: un fuerte deseo de encontrarse con Jesús. Vio que allí estaba su única esperanza y sin perder tiempo comenzó a gritar: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”. 

Pensemos: Si Jesús estuviera pasando hoy por aquí y usted necesitara de una bendición especial, como el caso del ciego Bartimeo, y la multitud intentara impedirle llegar a Jesús, ¿tendría suficiente fe para clamar por Jesús o quedaría anulado por la multitud?

Era todo lo que Bartimeo esperaba. Sentía que había llegado el día de recibir la cura, de ser liberado de su mal. La oportunidad era única. Era la última vez que Jesús pasaba por Jericó y seguía a Jerusalén, donde le esperaba la muerte. Por eso, gritó, creyó, deseó, se humilló y reconoció su dependencia completa de Jesús.

Según el sitio Portal Brasil, hay unos 6.5 millones de brasileros ciegos; y el promedio en el mundo sería de 39 millones con una estimativa de llegar a 75 millones hasta 2020.

Así como el número de deficientes visuales crece cada día, la cantidad de ciegos espirituales crece también, y hasta en una proporción mayor. 
Un gran número de ciegos espirituales clama por ayuda y no ve otra solución para su vida, a no ser el encuentro con Jesús. Necesitamos colocarnos diariamente en las manos del Señor a fin de que Él nos capacite para ser una ayuda para esas personas.

¿Qué hemos hecho usted y yo, y qué tipo de ministerio hemos desarrollado para ayudar a otras personas a ver o volver a ver la persona de Jesús? 

CONCLUSIÓN

Muchos están como Bartimeo, a la orilla del camino, ciegos, desamparados, marginados, segregados. Y muchos están deseosos de oír de Jesús las palabras que oyó Bartimeo: “Vete, tu fe te ha salvado. Y enseguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino” (Marcos 10:52).

Los movimientos y los bullicios de la vida continúan señalando que Jesús pronto vendrá a esta Tierra. Nosotros, como hijos de Dios, debemos vivir cada día con Él para estar en condiciones de ayudar a los ciegos espirituales a encontrar cura y salvación en el Señor Jesús.

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