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El rescate de los arrepentidos - El Rescate

"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

INTRODUCCIÓN

La historia del nacimiento del Salvador está registrada con más detalles en los evangelios de Lucas y Mateo. Sin duda, Lucas trata de forma más densa el asunto, mientras que Mateo hace un resumen del nacimiento de Jesús. Sin embargo, aunque Juan no se detenga en los detalles de ese momento singular del Salvador, él trata a profundidad la naturaleza teológica del tema, o sea, escribe poco, pero dice mucho sobre el asunto. No podemos comenzar sin la convicción de que estamos pisando en terreno sagrado, pero lo que fue revelado es lo suficiente para rendirnos con reverencia sobre la grandeza del tema.

Cuantas barreras inimaginables Cristo tuvo que romper para rescatar al hombre. 
El plan de salvación no fue algo puesto en marcha a distancia, sino que tuvo la participación directa de Cristo, y el primer paso visible para el hombre fue su encarnación. Antes de pagar el precio “literal” por nuestra redención, volverse hombre era un camino imprescindible. 

"Puesto que Mateo destaca a Jesús como el Mesías de las profecías del AT, demuestra que Jesús en realidad cumplió todas esas profecías" 5CBA, 280.
No se trataba de un disfraz o de fingir. “Él sabía lo que significaba tener hambre, sed y cansancio. Fue sustentado por el alimento y refrigerado por el sueño. Fue un extranjero y advenedizo sobre la tierra, —en el mundo, pero no del mundo. Tentado y probado como lo son los hombres de la actualidad, vivió, sin embargo, una vida libre del pecado. Lleno de ternura, compasión, simpatía, siempre considerado con los demás, representó el carácter de Dios. ‘Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, ... lleno de gracia y de verdad’ Juan 1:14” (HAp, 376, 377).

Hernandes Dias Lopes también dialoga sobre la inmensidad de ese momento singular: 
“Él vistió piel humana, pisó nuestro suelo, comió nuestro pan, bebió nuestra agua, lloró nuestras lágrimas, sintió nuestro dolor, fue traspasado por nuestras iniquidades, murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación. Oh, que glorioso misterio: Dios se hizo hombre, lo eterno entró en el tiempo. Siendo él Señor, se hizo siervo. Siendo él rico, se hizo pobre por amor a nosotros. Siendo él santo, fue hecho pecado por nosotros. Siendo él bendito, fue hecho maldición para que nosotros fuésemos benditos eternamente”.

La encarnación de Cristo era imprescindible por algunas razones:
1. Él debía vencer donde Adán falló “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45). Él debía obedecer como hombre, sin ventajas sobre el primer Adán. Entonces, por eso, “aquel Verbo fue hecho carne […]” (Juan 1:14).

2. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). 
La muerte era una terminología no existente en el vocabulario divino que solo se hizo posible con la encarnación.

Nuestro rescate se concretó plenamente en la cruz, pero fue el acto generoso de Jesús de hacerse hombre lo que hizo que todo eso fuera posible. 
La encarnación es una doctrina cristiana que trasciende nuestro entendimiento, pero nutre nuestra alma de gloriosa seguridad.

DESARROLLO

Este evento ha pasado muchas veces desapercibido, pero es de valor incalculable. 
Eso está bien expresado en la afirmación de C. S. Lewis: “También en nuestro mundo, un establo contuvo en una ocasión algo que era mucho más grande que todo nuestro mundo” (Las crónicas de Narnia). El Cielo no economizó cuando el asunto era nuestra salvación. Dios se hizo hombre. 

"El universo entero se maravilló al ver que Cristo debía humillarse a sí mismo para salvar al hombre caído. El hecho de que Aquel que había pasado de una estrella a otra, de un mundo a otro, dirigiéndolo todo, satisfaciendo, mediante su providencia, las necesidades de todo orden de seres de su enorme creación, consintiese en dejar su gloria para tomar sobre sí la naturaleza humana, era un misterio que todas las inmaculadas inteligencias de los otros mundos deseaban entender".  (PP, 56).

¿Qué ganamos con eso? 
a) Sentido de valoración. Fuimos evaluados en la vida del Hijo de Dios. ¡Qué golpe en la crisis de autoestima!
b) Consciencia de la grandeza del amor de Dios. Por más que la cruz sea la cima de ese amor, el nacimiento de Cristo es, sin duda, algo admirable.
c) Sentido de compromiso divino. Dios fue lejos para traerlo más cerca.
“El Verbo fue hecho carne y moró entre nosotros. No podemos apreciar cuán profundamente interesado está él en la humanidad. El conoce el valor de cada alma. ¡Con cuánta aflicción fue agobiado cuando vio su herencia adquirida hechizada por las invenciones satánicas!” (CSMC, 142).
Sin duda, el acto de Cristo de hacerse hombre es un acto de amor inmensurable, debe ser blanco de una mirada especial y no debe quedar al margen de los grandes temas bíblicos. Por eso, no podemos olvidar: “Nacerá Cristo mil veces en Belén; si no nace en ti, estás perdido eternamente” (Maestro Eckhart).
“No podíamos seguir al hombre debajo de nuestros ojos y nos era necesario imitar a Dios, que para nosotros era invisible; a fin de, pues, de dar al hombre un ejemplo, y un ejemplo visible, Dios se hizo hombre” (Agustín de Hipona).
El Calvario debe ser, sin duda, el protagonista en la historia de la redención, pero jamás subestime lo que ocurrió en ese pesebre. 
El grande se vuelve pequeño para que el pequeño se vuelva grande. 
Eso hiere la lógica humana en sus fundamentos más profundos, pues hay una lucha desenfrenada por grandeza, estatus y posiciones privilegiadas. Entonces, de pronto, el Cielo nos sorprende haciendo el camino inverso. Sin duda, eso es asombroso, pero casi tanto como eso, ¡me asombro por que él (Jesús) no está encontrando espacio en nuestra vida para nacer!

LLAMADO

No necesitamos que llegue Diciembre para que las luces nos hagan recordar que somos el blanco de un amor indescriptible. 
Hoy es día de recordar que, además de morir para salvarnos, él también nació para salvarnos. ¿Eso es importante para usted? Mucho más que un calendario, ese nacimiento puede dividir nuestra historia. Él puede disipar la oscuridad y devolver la esperanza al corazón más árido.

Vea la invitación de Dios, en las palabras de este poema: 
Si nuestra mayor necesidad hubiese sido información, Dios nos habría enviado un educador.

Si nuestra mayor necesidad hubiese sido la tecnología, Dios nos habría enviado un científico.

Si nuestra mayor necesidad hubiese sido el dinero, Dios nos habría enviado un economista.

Si nuestra mayor necesidad hubiese sido el placer, Dios nos habría enviado alguien para entretenernos.

Pero, nuestra mayor necesidad era el perdón; por eso, Dios nos envió un Salvador.

Max Lucado.

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