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La cena del Señor propicia la comunión- Yo creo/La Reforma que cambió al mundo

JUNTO A JESÚS


¿Recuerdas de la última vez cuando te sentiste totalmente solo y olvidado? 
Tal vez, uno de tus sueños se rompió. No fuiste aprobado en una prueba y todo se arruinó, aunque parecía ser muy fácil. 
- Estoy seguro de que voy a aprobar- lo pensaste pero no fue así. Y tal vez, en la misma época, tu mejor amigo te haya despreciado repetidas veces. Y él, la persona en quien tú más confiabas, esparció todo tipo de habladurías sobre ti en las redes sociales. No solo dijo que no pasaste la prueba, sino que también dijo también que eres un fracaso total. Un excelente ejemplo de cyberbullying y tú no puedes hacer nada al respecto. Ahora todos saben que tú eres un fracaso total. 
¿Recuerdas los sentimientos terribles que se desencadenaron?

Tal vez, estés viviendo esos sentimientos ahora, difamado delante de otros, expuesto y rechazado. Sentirse desvalorizado es doloroso. De repente, te das cuenta de que estás solo. Totalmente solo. Todo lo que querías era ser amado y aceptado.

CONTEXTO HISTÓRICO E INTERPRETACIÓN DE LA PINTURA

Lutero vivió esos sentimientos de rechazo cuando era monje. Sintió como si Dios estuviera jugando un juego cruel con él. 
"¿Cómo puede ese Dios llamarse a sí mismo Dios de amor? El precio que exige por ese amor es muy alto y no hay quien pueda pagarlo: no puedo guardar los mandamientos de Dios. Lo intento, pero fracaso repetidas veces y así soy condenado a permanecer en el pecado. Estoy atemorizado."

En la iglesia medieval, muchas personas le tenían miedo a Dios, tenían miedo de la muerte y tenían miedo de que Dios las abandonara. Y la iglesia usaba esos miedos para abastecer su tesorería. Había indulgencias para la remisión de pecados que podían pagarse en dinero. 
Supuestamente, había una tesorería para las buenas obras y para los méritos de una determinada persona piadosa, los santos, que era administrada por la iglesia; de esa tesorería se podían comprar indulgencias, por temor. 

La mayoría de las 95 tesis que el Dr. Martín Lutero clavó en la puerta del Castillo en Wittenberg, el 31 de octubre de 1517, se referían a la práctica de cobrar indulgencias por los pecados.

¿Qué colocó Lutero en lugar de las indulgencias? 
Una nueva comprensión de la Santa Cena que elimina la necesidad de cualquier indulgencia: la Santa Cena, de acuerdo con el ejemplo bíblico.

A lo largo de los siglos, la Cena del Señor se había convertido en un instrumento de poder para la iglesia. Solo el clero podía recibir el pan y el vino, los símbolos conmemorativos del sufrimiento y muerte de Jesús. 
Los miembros comunes de la iglesia, los laicos, no tenían permiso de recibir la Santa Cena. Eso era justificado con el argumento de que había peligro de que un laico derramara un poco de la preciosa sangre de Jesús. Como si eso no le podría suceder a un sacerdote. 
Pero la congregación de la iglesia no valía ese riesgo. Y ya había un muro, llamado tela de coro, que separaba la congregación del clero celebrando la Cena del Señor, en el recinto de la iglesia llamado coro.

Pero aquí, en el centro de la pintura, vemos exactamente retratado lo opuesto: Jesús está vestido de manera tan sencilla como los discípulos, no con mantos litúrgicos costosos como los del clero. El cordero de la pascua se encuentra en el medio de la mesa.
Es un retrato del momento exacto descrito en Juan 13, comenzando con el versículo 21. 
“Jesús dijo: ‘De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar’. Entonces los discípulos preguntaron: ‘Señor, ¿quién es?’ Respondió Jesús: ‘A quien yo diere el pan mojado, aquél es’. Y mojando el  pan, lo dio a Judas Iscariote”. 

Los otros discípulos todavía dudaban. En medio de toda la incertidumbre, vemos a un joven en pie, fuera del círculo, con la mano extendida para entregar la copa de vino (es Lucas Cranach, el Joven). Se la está dando a Martín Lutero. Por lo tanto, el pintor retrató algo de las experiencias emocionales más profundas de la Reforma.
La humillación de los miembros laicos en la Cena del Señor había llegado a su fin. La mayoría de ellos no entendía lo que sucedía en la Santa Cena. 

Todo se celebraba en latín. Como nadie entendía las palabras latinas que se decían para consagrar el pan de la comunión: “Hoc est corpus meum”, que significa “Este es mi cuerpo”, en muchos idiomas la frase quedó establecida como “hocus-pocus”, estaba relacionada con algo que era incomprensible, misterioso o hasta engañoso.

Los reformadores pusieron fin a esa confusión. Cien años antes, el reformador checo, Juan Huss, ya había introducido la práctica de celebrar la Santa Cena de los “dos tipos”, o sea, incluyendo el pan y el vino, en conformidad con el ejemplo bíblico. Ahora, Alemania se une a esta celebración de Santa Cena, en el idioma del pueblo, a fin de que todos pudieran comprenderla. 
Así, la congregación no solo presenciaba, sino también se hizo participante activa, uniéndose a la celebración de la Cena del Señor. 

Hoy, no podemos imaginar lo que significó eso para los miembros comunes de la iglesia. Venían a la iglesia y se los incluía en el culto, tomaban asiento a la mesa con Jesús, en la Cena del Señor, conforme está retratado en el Altar de la Reforma. ¿Podría haber algo más maravilloso?

Por lo tanto, para Lutero, la Santa Cena no es solo un memorial, sino un evento que se realiza aquí y ahora. ¡Cuán profundamente inspirador fue eso para el pintor! Se puede ver en el hecho de que la Cena del Señor no se retrata en un escenario que nos recuerda la antigua Palestina. 

Si miras la ventana del fondo, verás un paisaje típico de Sajonia, en Alemania, con un castillo, montañas y un caballo. Para que le quede claro al observador que la Santa Cena es algo para él, individualmente. ¿En este día estoy así tan cerca de Jesús?

LA COMPRENSIÓN DE MARTÍN LUTERO SOBRE LA SANTA CENA

Lutero tenía un gran sueño. Era tal su entusiasmo acerca de las buenas nuevas del Evangelio que creía que las demás personas sentirían lo mismo al estudiar la Palabra de Dios. Él esperaba poder ayudar a otros al compartir su experiencia de la justificación por la fe, que había tenido mientras estaba solo en su minúsculo cuarto en el Monasterio Negro, en Wittenberg. Él hasta esperaba, que finalmente, los judíos reconocieran a Cristo como el Mesías.

Pero lo que ahora experimentaba, infelizmente, era muy diferente.
Después que se fundaron las primeras iglesias protestantes, las políticas del imperio comenzaron a determinar el rumbo de los eventos. El emperador y el papa querían poner a ese joven hereje en su debido lugar. 
Pero el Príncipe Federico, el Sabio, lo colocó bajo su protección. Siendo que el príncipe era uno de los tres representantes seculares más importantes del Sacro Imperio Romano Germano, la iglesia de Roma y el papa siempre tenían que mostrar la debida consideración al príncipe Federico en las asambleas imperiales. Pero las tensiones políticas permanecían. 
En esa fase, la celebración de la Santa Cena, de los dos tipos, llegó a ser uno de los símbolos más importantes del movimiento de la reforma. 

Siempre que la nobleza, los ciudadanos comunes y los ex sacerdotes celebraban la Cena del Señor juntos, se formaban iglesias nuevas. Esos eran lugares donde se podía estar en la presencia de Jesús. 

Lutero, el reformador, quería estar cerca de Jesús en la Cena del Señor, y también confirmar que el camino para la Reforma, en el cual él se había embarcado, era el correcto.
Para Lutero era importante que en la iglesia de la Reforma no hubiera tantos sacramentos para practicar como había en la antigua Iglesia Católica. 
Él enseñaba que solo los rituales simbólicos ordenados por Jesús mismo, y para los cuales la Palabra de Dios contenía palabras explícitas de institución expresadas por Jesús, debían ser obligatorios para la iglesia.

¿CÓMO PODEMOS ESTAR CERCA DE JESÚS?

“Como adventistas del séptimo día creemos que la Cena del Señor es un memorial y que el pan y el vino son símbolos del cuerpo partido y de la sangre derramada de Jesús. ‘Todos los miembros de la iglesia debieran participar de esa sagrada comunión, porque allí, por medio del Espírito Santo, Cristo se encuentra con los suyos y los fortalece por su presencia. Corazones y manos indignos pueden administrar el rito; sin embargo, Cristo está allí para ministrar a sus hijos. Todos los que vienen con su fe fija en él serán grandemente bendecidos. Todos los que descuidan estos momentos de privilegio divino sufrirán una pérdida. Acerca de ellos se puede decir con acierto: ‘No estáis limpios todos’” (DTG, 613).”

En la Cena del Señor, sentimos a nuestro Salvador Jesucristo de forma muy especial. 
En un acto solemne leemos las palabras que Jesús mismo pronunció y que están registradas en Lucas 22:19-20: “Haced esto en memoria de mí”. 
No se trata de un concepto o enseñanza de la cual puedes tener opiniones diferentes. Es una orden muy específica de Jesús.

Entonces, se distribuyen entre nosotros el pan y el vino, así como Jesús nos indicó que hagamos. Al probar el pan y el vino, experimentamos una cercanía con Jesús que de otra forma raramente se alcanza. Casi se puede decir que en la Cena del Señor sentimos a Jesús con todos los sentidos, o sea, con parte de nuestro ser.

“La Cena del Señor debe ser una ocasión de gozo, y no de tristeza. El servicio de humildad que la precede, provee la oportunidad de realizar un auto exámen, confesar los pecados, reconciliar las diferencias y perdonarse mutuamente las ofensas. Habiendo recibido la certidumbre de la purificación por la sangre del Salvador, los creyentes se hallan listos para entrar en una comunión especial con su Señor. Se congregan junto a la mesa con gozo, andando no en la sombra de la cruz sino en su luz salvadora, listos para celebrar la victoria redentora de Cristo” (Creencias de los adventistas del séptimo día, p. 229-230).

EL SIGNIFICADO DE LA CENA DEL SEÑOR

“La cena del Señor reemplaza el festival de la Pascua de la época del antiguo pacto. La Pascua se cumplió cuando Cristo, el Cordero pascual, entregó su vida. Antes de su muerte, el mismo Jesús instituyó el reemplazo, el gran festival del Israel espiritual bajo el nuevo pacto. Por esto, las raíces de gran parte del simbolismo evidente en la Cena del Señor, surgen del servicio de la Pascua” (ibíd.). 

NUESTRO LEGADO

Nunca deje pasar la oportunidad de participar de la Santa Cena. Es un momento para experimentar la gracia de Dios. Somos salvos por la gracia, mediante  la fe. Por eso somos llamados a realizarla en memoria de Jesús. Todo el que cree en Jesús está invitado a participar abiertamente.

En el libro Creencias de los adventistas del séptimo día, p. 232, leemos:
“En este mundo, lleno de divisiones y conflictos, nuestra participación colectiva en estas celebraciones contribuye a la unidad y estabilidad de la iglesia, demostrando verdadera comunión con Cristo y con los hermanos. Con el fin de hacer énfasis en esta comunión. Pablo declaró: ‘La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan’ (1 Corintios 10:16,17).

“Se alude aquí al hecho de que el pan de la Comunión se parte en muchos pedazos, los cuales comen los creyentes, y así como todos los pedazos vienen del mismo pan, también todos los creyentes que participan del servicio de comunión se unen en Cristo, cuyo cuerpo quebrantado está simbolizado por el pan partido. 
Al participar juntos de esta ordenanza, los cristianos demuestran públicamente que están unidos entre sí, y que pertenecen a una gran familia, cuya cabeza es Cristo”.

“Todos los miembros de la iglesia debieran participar en esta sagrada comunión, porque allí, por medio del Espíritu Santo, Cristo se encuentra con los suyos y los fortalece por su presencia. Corazones y manos indignos pueden administrar el rito; sin embargo, Cristo está allí para ministrar a sus hijos. Todos los que vienen con su fe fija en él serán grandemente bendecidos. Todos los que descuidan estos momentos de privilegio divino sufrirán una pérdida. Acerca de ellos se puede decir con acierto: ‘No estáis limpios todos’ (Juan 13:11)”.

“Junto a la mesa del Señor, experimentamos el más poderoso y profundo sentido de comunidad. Allí nos encontramos en terreno común, habiéndose quebrantado todas las barreras que nos separan. Allí nos damos cuenta de que si bien en la sociedad humana hay mucho que nos divide, en Cristo se encuentra todo lo necesario para unirnos. Al compartir la copa de la comunión, Jesús entró en el nuevo pacto con sus discípulos. 

Dijo el Salvador: ‘Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados’ (Mateo 26:27, 28; Lucas 22:20).

Así como el antiguo pacto era ratificado por la sangre de los sacrificios de animales (Éxodo 24:8), el nuevo pacto fue ratificado por la sangre de Cristo. En esta ordenanza, los creyentes renuevan su compromiso de lealtad a su Señor, reconociendo nuevamente que son parte del acuerdo maravilloso por medio del cual, en Jesús, Dios unió consigo a la humanidad. Por cuanto son parte de este pacto, tienen razón de celebrar. 
De este modo, la Cena del Señor es tanto un memorial como una acción de gracias por el sellamiento del pacto eterno de gracia. Las bendiciones recibidas son en proporción a la fe de los participantes” (ibíd., 232-233).

Nuestro legado: 
"La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la sangre de Jesús como expresión de fe en él, nuestro Señor y Salvador. Cristo está presente en esta experiencia de comunión, para encontrarse con su pueblo y fortalecerlo. Al participar de la Cena, proclamamos gozosamente la muerte del Señor hasta que venga. La preparación para la Cena incluye un examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión. El Maestro ordenó el servicio del lavamiento de los pies para denotar una renovada purificación, para expresar la disposición a servirnos mutuamente en humildad cristiana y para unir nuestros corazones en amor. El servicio de Comunión está abierto a todos los creyentes cristianos (Mateo 26:17-30; Juan 6:48-63; 13:1-17; 1 Corintios 10:16, 17; 11:23-30; Apocalipsis 3:20)”.

PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN:

(Líderes: En el caso de que las preguntas sean muchas para el tiempo reservado, elijan las que consideren más relevantes para su grupo).
1. ¿La Santa Cena en tu iglesia es una ceremonia inspiradora o es un ritual sin vida?
2. Después de oír este mensaje, ¿cómo te sientes en relación a la ordenanza del lavamiento de pies?
3. En base a la advertencia de Pablo, ¿cuál debería ser tu actitud hacia la Cena del Señor?

"De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” 1 Corintios 11:27-29.

PREGUNTAS PARA TI:

La cena del Señor nos ayuda a mirar hacia arriba y a nuestro interior. ¿Cómo funciona eso para ti? 
Al reflexionar en tu vida entre una Santa Cena y otra, ¿notas que hubo crecimiento o te sientes desanimado?

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