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Ven - Que tal si le entregas todo a Cristo

VEN
Mateo 4: 18 -20

PUNTO PRINCIPAL: Ven a Jesús

En contacto
Pregunta: “¿Exploraste alguna cosa anoche? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Qué encontrarse por medio de tu exploración?

Di: Por favor júntense en grupos de tres o cuatro personas del mismo sexo y hablen sobre el desafío de fe de anoche y de las preguntas que acaban de escuchar. Comenta cómo te fue, por qué lo hiciste o no lo hiciste, cómo podrías hacerlo una cosa regular en tu vida, y entonces ora junto con los demás sobre lo que se comentó.

Vinculación
Pide a la congregación que continúe en sus grupos de 3 a 4 personas.

Di: Cada grupo tiene unos cuantos minutos para ponerse de acuerdo en lo que harían o dirían si estuvieran tratando de convencernos a todos nosotros de seguirlos a salir por la puerta ahora mismo.

Pide a tres equipos que vengan al frente y demuestren su idea de cómo convencernos a todos de seguir tras ellos fuera de la sala de reunión.

Piensa en esto: No es fácil convencer a las personas a que nos sigan, ¿no es cierto? Pero muchos de los seguidores de Jesús vinieron a él en respuesta a un solo llamado. En tus grupos de discusión comenta estas preguntas: ¿Qué hubiera tenido qué decir o hacer Jesús para convencerte de salir por la puerta? ¿Qué tal si todo lo que te hubiera dicho fuera “ven”? ¿Irías? ¿Te sería difícil seguirlo? ¿Por qué sí o por qué no?

Introducción
Venir significa salir hacia lo desconocido. Jesús nos llama a dar el paso de fe y venir a él. ¡Jesús desea que le abras la puerta hoy! ¿Estás listo para descubrir qué tiene esperando Dios para ti? ¿Estás listo para seguirlo más allá de la puerta?

Oración: Dentro de los mini grupos de 2 a 3 personas, pueden presentarse peticiones de oración y orar por ello y unos por otros. Oren también por el desafío de fe de esta noche y pidan a Dios que bendiga a cada persona en su tarea de explorarlo.

Mensaje
Lee Mateo 4:18-20. Aquí encontramos la experiencia de Pedro en cuanto a venir y seguir a Jesús. Cuando Jesús se acerca a Pedro en esa historia, Pedro responde a un sencillo llamado: “¡Ven y sígueme!”

En aquellos tiempos, el ser elegido como un discípulo era un honor extremo, siendo que solamente las personas mejores y más brillantes eran elegidas para trabajar en favor de los rabinos. Era por lo tanto un proceso muy bien estructurado y meticuloso. Sin embargo, el proceso que siguió Jesús para elegir a sus discípulos fue dramáticamente diferente al proceso normal. Jesús no esperó a que los hombres vinieran a encontrarlo; más bien Jesús VINO a sus discípulos. Es irónico que Jesús solamente les pidiera a los discípulos que hicieran lo que él hizo con ellos. Vino hacia ellos y les pidió que simplemente vinieran a él como respuesta. Pero, ¿no es extraño que durante el proceso de llamar discípulos, Jesús no acudiera a un rey, sacerdote u otro miembro elevado de la sociedad? Más bien, Jesús acudió a los hombres más sencillos y comunes. No había nada especial en Pedro, ¿no es cierto? Pero Jesús conocía su corazón y su potencial y, de alguna manera, eso era lo que importaba. El llamado que Jesús le hizo a Pedro, también lo extiende a cada uno de nosotros; no por nuestra posición, fuerza o talentos. Más bien lo hace porque ¡ve la verdadera condición de nuestro corazón!

“No debemos permanecer en espera de persuasiones más fuertes, de mejores oportunidades, o de tener un carácter más santo. Nada podemos hacer por nosotros mismos. Debemos ir a Cristo tales como somos”. (CC, 31).

Podemos ver entonces que Jesús llamó aun al más sencillo de los hombres a seguirlo. De la misma manera, Jesús nos llama a seguirlo aun cuando sintamos que no lo merecemos. Pero muchas veces tratamos de encontrar excusas y buscamos razonamientos de por qué no podemos venir y verdaderamente seguir a Dios. Nos parece más fácil aplazar  por otro día el convertirnos en seguidores de él. Sin embargo, ¡Dios nos llama a cada uno de nosotros hoy!  

Lee Lucas 9:57-62. En estos versículos Jesús hace muy claro que cuando venimos a él, debemos venir cien por ciento dedicados a su llamado. Esto significa que no ponemos excusas o cancelamos nuestro compromiso; más bien, venimos cuando nos llama, con todo lo que somos. Jesús no nos pide que hagamos un millón de cambios antes de venir a él; simplemente nos pide que vengamos de todo corazón. Esa es la forma como Pedro respondió al llamado de Jesús. Él jamás dudó de lo que había hecho. Jesús le dijo: “Ven” y Pedro no permitió que nada ni nadie, o ninguna idea preconcebida lo detuvieran. Había algo tan intrigante y real en cuanto a Jesús, que Pedro no necesitó ninguna persuasión. Pedro vino a Jesús cien por ciento y nosotros también debemos venir así.

¿Escuchaste alguna vez la historia acerca de Jim Laudey quien compartía un apartamento con su mejor amigo, Steve, en la bulliciosa ciudad de San Diego? Los dos se sentían abrumados por el ambiente agitado que los rodeaba. Cierto día, conocieron a un hombre llamado Michael, quien les habló de su hogar en la costa del Pacífico. Mientras conversaban, Jim y Steve se empezaron a imaginar cómo sería su vida si pudieran vivir con Michael. Como si les hubiera leído la mente, les interrumpió sus sueños al invitarlos a irse a vivir una nueva vida donde él vivía, en una casa frente a la playa. Había sin embargo dos condiciones. Podían venir solamente si venían con las manos vacías y si Michael les construía la casa. Debían estar dispuestos a aceptar todo lo que su nueva vida les ofrecía. En unos cuantos segundos, Jim y Steve aceptaron la oferta.

Mientras los dos avanzaban en su camino a su nueva propiedad, su cabeza daba vueltas. ¡Se imaginaban las casas gigantescas que iban a construir! Finalmente llegaron a su nueva casa. Se empaparon de la fresca brisa y del arrullo de las olas golpeando suavemente la costa. Escucharon la risa contagiosa de los niños, observaron a una pareja que caminaba de la mano y observaron la hermosa puesta del sol colgando sobre el agua.  ¡Esto es lo que habían estado esperando!

Michael caminaba al lado de los dos hombres mientras éstos contemplaban la escena y los dirigió al sitio donde pronto se levantarían sus casas. Los llevó a un gran terreno vacío. Era tiempo de comenzar a construir. Jim siguió a Michael hacia el terreno que se le había dado. Pero Steve, contrariamente, se dio la media vuelta. ¡Él iba a construir su casa él mismo! Sabía que era perfectamente capaz de hacer su casa y de decidir cómo sería.

Una parábola bíblica nos cuenta una historia similar acerca de dos hombres que construyeron su casa frente a la playa. Lee Lucas 6:46-49. Cuando venimos a Jesús, él nos ayuda a edificar un sólido fundamento que apoye bien nuestra nueva vida con él. Como puedes notar, tanto Jim como Steve “vinieron” de hecho, pero solamente Jim vino de corazón. De la misma manera, solamente entonces construimos un fundamento para la vida que nunca va a fallar.

Cuando le decimos que sí al llamado de Dios, elegimos venir de la misma manera que vinieron Pedro y Jim. Lo seguimos no solamente en acción, sino de corazón. ¡Lo seguimos cien por ciento! Si tú quieres venir y construir un sólido fundamento en Cristo, entonces ¡hoy es el tiempo de hacer tu decisión! “¡Sí, creo! Sí, deseo que tú, Dios, seas el sólido fundamento sobre el que establezco mi vida. ¡Sí, cuando tú me guías, yo te sigo!”

Pero, ¿qué viene después? ¿Qué hace que ese sencillo “sí” se convierta en una realidad en nuestra vida? Dios desea que crezcamos en su conocimiento, a fin de que podamos comprender mejor lo que significa seguirlo. En Santiago 4:8, se nos dice que cuando nos acercamos a Dios, él se acerca a nosotros. Cuando aceptas el llamado de Dios, continuamente vienes cerca de Cristo y él hace lo mismo por ti. Una forma de acercarse a Dios es a través de TASCD, que significa Tiempo a Solas con Dios. Hay tres pasos sencillos que dar para comenzar:

Elige el tiempo. Elige el tiempo que sea mejor para conectarte con Dios cada día. Puede ser en la mañana, en la tarde o en la noche.

Elige un lugar. Te puede ayudar a hacer de TASCD una prioridad, el tener un lugar apartado para encontrarte con Dios. Piensa en un lugar que esté en lo posible libre de distracciones.

Elige un plan. Piensa en TASCD como teniendo dos grandes prioridades: oración y Palabra de Dios. Decide qué vas a leer y estudiar en la Palabra de Dios. Si apenas estás comenzando, un buen lugar para comenzar es uno de los cuatro evangelios, o Génesis. Simplemente habla con Dios como hablas con tus amigos…porque eso es lo que es él.

DISCUSIÓN EN GRUPOS PEQUEÑOS
Vayamos ahora de regreso a los grupos con los que nos reunimos, antes para comentar sobre algunas preguntas acerca de venir y seguir a Jesús. Comienza tu sesión pidiendo a Dios que venga a tu grupo y guíe la discusión. Pide a Dios que te dé un corazón sincero y una mente abierta hacia lo que cada persona pueda decir.

¿Qué tal si le dices a  Cristo que vas a venir a él tal como eres? ¿Qué significaría eso en tu vida?

¿Qué tal si le dices a Cristo que lo vas a seguir a dondequiera que te guíe? ¿A qué clase de lugares te podría llevar? ¿Tendría que ser a un lugar físico, o tal vez te podría llevar a un cambio en tu mente?

¿Qué tal si invirtieras en una relación diaria con Dios? ¿Has aplicado alguna vez en tu vida algo semejante a TASCD? Si es así, ¿cuál fue tu experiencia? ¿Qué haría de TASCD algo espiritualmente renovador para ti?

Desafío de fe
¿Te gustaría crecer en tu jornada de fe con Dios? Tu desafío de fe en las siguientes 23 horas, antes de reunirnos de nuevo, es:

Aplica en tu vida el plan TASCD.

Lee Mateo 4:18-20 y Lucas 6:46-49.

Habla con Dios acerca de tu elección de seguirlo.
Pídele que impresione tu corazón con cualquier cosa que tenga que decirte como respuesta.
Si deseas venir a Cristo, pero dudas en hacerlo, pídele que te dé el deseo de seguirlo.
Pídele que haga de este proceso que comienzas, un sólido fundamento para tu caminar espiritual.

Para finalizar
Termina con una oración. Ora por la persona a tu derecha. Ora porque sea capaz de aceptar el desafío recibido hoy y que Dios pueda comenzar a guiarla hacia una nueva vida. Ora por cualquier situación específica que haya mencionado o simplemente por su tiempo a solas con Dios. Entonces terminaremos con una oración de grupo.

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