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Confía - Que tal si le entregaras todo a Cristo

Mateo 14: 22, 23


PUNTO PRINCIPAL: ¡Confía en Jesús!

Grupos pequeños

Responsabilidad exigida

Di: Formen por favor grupos de dos personas –dos hombres, dos mujeres.

Pregúntense uno al otro:

¿Cómo te va con tu tiempo pasado a solas con Dios?

¿Qué hiciste con tu desafío de fe de anoche?

Vinculación
Di: Habla con alguien que esté cerca de ti y pregúntale cómo le va. Pregúntale en qué forma las reuniones lo han afectado y si ha visto a Dios trabajando en su vida.

Pide a un voluntario que pase al frente.

Prepara con anticipación un recipiente lleno de varitas, hojas, tierra y hasta algunos insectos no dañinos, si fuera posible. Asegúrate de dejar una abertura lo suficientemente ancha como para que quepa por ella una mano. No se debe poder ver a través del recipiente.

Coloca una moneda o algún otro objeto pequeño de cierto valor dentro del recipiente.

Dile al voluntario que el recipiente puede o no tener una criatura viviente dentro y que va a buscar dentro un [insertar  aquí el nombre del objeto].

Pídele que meta la mano dentro del recipiente para buscar ese objeto. Si lo encuentra, puede quedarse con él.

Piensa en esto: Pide a cada uno que discuta las siguientes preguntas con las personas con quienes hablaron antes.

¿Piensas que fue difícil meter la mano en el recipiente? ¿Por qué sí o por qué no?

¿En qué forma la reacción del voluntario a la idea de introducir la mano dentro del recipiente de cosas desconocidas, se compara con tu reacción a dejarte guiar por Dios en tu vida?

Ora con la persona que está a tu lado por una mente abierta y un corazón dispuesto.

[Ora con la congregación]

Introducción
Imagina que lo único entre tú y tu seguridad es un puente desvencijado. La madera está rajada, las cuerdas están totalmente desgastadas, pero detrás de ti avanza un fuego incontrolable. Alguien te llama desde el otro extremo del puente y te dice que es seguro cruzar, pero tú no sabes quién es esa persona o cómo sabe que es seguro. ¿Qué harías al respecto?

Cada día somos llamados a confiar en Jesús. No siempre sabemos cómo nos va a guardar seguros o cómo van a  funcionar las cosas. Algunas veces, en la confusión, no estamos seguros de creer en su voz o su palabra. La buena nueva es que Jesús no espera hasta que confiemos en él plenamente, pero nos invita a confiar en él. Espera pacientemente mientras aprendemos a confiar en él. Y está listo ahí para recibirnos en sus brazos cuando fallamos.

[Lee Mateo 14: 22 - 29]

Jesús desea que cada uno de nosotros confiemos en él. Cuando Jesús se acercó a sus discípulos en el lago, ellos no sabían quién era. Probablemente estaban distraídos con la tormenta y cansados de luchar contra las fuertes olas. En su agotamiento, su confusión se convirtió en temor. Jesús percibió su temor y quiso que se convirtiera en confianza en él. Los tranquilizó al identificarse ante ellos. El saber quién era él fue la base de su confianza.

“¡Cuán a menudo experimentamos nosotros lo que experimentaron los discípulos! Cuando las tempestades de la tentación nos rodean y fulguran los fieros rayos y las olas nos cubren, batallamos solos con la tempestad, olvidándonos de que hay Uno que puede ayudarnos. Confiamos en nuestra propia fuerza hasta que perdemos nuestra esperanza y estamos a punto de perecer. Entonces nos acordamos de Jesús, y si clamamos a él para que nos salve, no clamaremos en vano. Aunque él con tristeza reprende nuestra incredulidad y confianza propia, nunca deja de darnos la ayuda que necesitamos. En la tierra o en el mar, si tenemos al Salvador en nuestro corazón, no necesitamos temer.
La fe viva en el Redentor serenará el mar de la vida y de la manera que él reconoce como la mejor nos librará del peligro. (El Deseado de todas las gentes, p. 303.)

Jesús no espera que confiemos en él sin ayuda. Él calma nuestros temores y preocupaciones como lo hizo con sus discípulos. Podemos aprender en la Biblia quién es él. Entonces nos invita a dar un paso hacia él.

Pedro no tenía todas las cosas en claro cuando Jesús lo llamó. Todavía se preguntaba si Jesús realmente era o no quien decía que era. El desafío que plantó ante Jesús revela tanto dudas como confianza. Afortunadamente para nosotros, Jesús no requiere confianza perfecta, sino buena disposición. Jesús respondió al desafío de Pedo con una invitación.

Ahora Pedro tenía la oportunidad de poner su cautelosa confianza en acción. Sabía bien que las personas no pueden caminar sobre el agua. Pero también conocía a Jesús. Así que, a pesar de sus preguntas, saltó del barco hacia el agua. Notemos que fue iniciativa de Pedro pedirle a Jesús caminar el sobre el agua. Jesús estuvo de acuerdo y Pedro saltó del bote y caminó hacia Jesús sobre el agua.

[Lee Mateo 14: 30 - 33].

Se nos dice que Pedro estaba caminando hacia Jesús y que mientras hizo eso, todo estaba bien; entonces dice el pasaje: “Pero al ver el fuerte viento…” Ya no estaba mirando a Jesús, sino a los efectos del viento creando las grandes olas; apartó su vista de Jesús. Perdió de vista al Salvador y tuvo miedo. Pero Jesús está siempre ahí para ayudarnos cuando caemos. La duda y el temor anublaron su vista hasta que todo lo que podía ver eran el viento y las olas que lo rodeaban. Sabía que no se podía salvar a sí mismo y olvidó por un momento que Jesús era quien estaba haciendo posible que eso ocurriera.

Pedro instantáneamente reconoció su error y clamó a la única Persona que sabía que podía salvarlo. Jesús no permitió que pasara ningún tiempo entre el clamor de Pedro y su acción. Jesús estaba ahí esperando para salvarlo. Tal vez se sintió un tanto defraudado por la falta de confianza de Pedro, pero eso no le evitó salvarlo.

La vida de Pedro es un excelente ejemplo de lo que es aprender a confiar en Jesús. Demostró una increíble confianza al pedirle a Jesús que lo llamara a avanzar hacia él sobre el agua. Algunas veces también nosotros podemos experimentar un lapsus de fe después de haber exhibido sorprendentes niveles de confianza. Pero cada vez que Pedro falló, Jesús lo levantó y restauró. Pedro llegó a ser de gran influencia en el mundo. ¿Podemos nosotros ser lo mismo? ¡Por supuesto que podemos!  Todos podemos salir de nuestro bote y confiar en Jesús. Todos podemos saltar al agua para experimentar algo completamente  nuevo con nuestro Salvador. Podemos fallar, pero el poder y confiabilidad de Jesús brillarán siempre. Imagina todas las cosas increíbles que podrían ocurrir si solamente saltáramos de nuestro bote y confiáramos realmente en Jesús en todas las cosas.

Una de las primeras cosas en que tenemos que confiar es en el amor de Jesús por nosotros. Lee Romanos 8: 38, 39.

El enemigo está siempre obrando para hacernos sentir que Dios no nos ama. Tal vez sintamos que hemos hecho demasiadas cosas incorrectas o que lo hemos defraudado demasiado frecuentemente. Algunas veces, cuando ocurren las tragedias, le echamos la culpa a Dios por ello. Eso es exactamente lo que quiere el enemigo. La primera acusación de Satanás contra Dios fue decir que no podía confiarse en él. Guárdate de pensar eso. Toma algunos textos como el que acabamos de leer y grábalos en tu corazón. Jesús nos dice una y otra vez que su amor por nosotros no tiene fin y que su gran deseo es que ninguno de nosotros se pierda. Su amor por nosotros sobrepasa todo. No lo podemos comprender. Este amor nunca nos dejará y  nunca traicionará la confianza.

Teniendo en mente este amor inextinguible, veamos ahora Romanos 3:23.  [Lee la primera parte de Romanos 3: 23]. No podemos salvarnos a nosotros mismos, pero si no somos salvados, vamos a morir. El pecado y la separación de Dios traen como resultado la muerte. Con frecuencia pasamos por alto el hecho de que todo se lo debemos a Dios. No hay una sola cosa que “poseamos” que no haya sido provista por Dios. Sin él, simplemente dejamos de existir.

Así como Pedro clamó a Jesús por salvación física, nosotros también debemos clamar a Jesús por salvación eterna. Necesitamos admitir ante Jesús que estamos llenos de pecado y faltos de su gloria; y por ello necesitamos desesperadamente su gracia salvadora.

Vamos a leer 1 Juan 1:9. [Lee 1 Juan 1: 9]. Cualquier cosa que nos separe de Dios puede quitarse completamente del camino si tan solo se lo pedimos. Dios nos ama tanto, que desea que vivamos eternamente con él. Sabemos que nos ama y que nadie puede quitarnos ese amor de él por nosotros.

Podemos poner nuestra confianza en su amor y en su promesa de perdonarnos. 2 Pedro 3: 9 nos dice que Jesús no desea que ninguno de nosotros se pierda, sino que todos lleguemos al arrepentimiento. Anhela que le confesemos nuestros pecados a fin de que pueda perdonarlos y quitar de nosotros toda culpabilidad.

Jesús nos ama incondicionalmente y espera ansiosamente que le confesemos nuestros pecados para poder perdonarnos. Tiene también un regalo especial para nosotros.  [Lee la segunda parte de Romanos 6:23].

Siempre que sabes que tienes el regalo perfecto para un amigo, no puedes esperar más para dárselo.

Imaginas emocionado la felicidad que leerás en sus ojos. Tu amor por tu amigo lo hace todo todavía más emocionante, porque su alegría te hará feliz a ti también. ¡Lo mismo sucede con Cristo! Sabemos que nos ama con amor incomprensible y que espera ansiosamente nuestra decisión de dejarlo que nos perdone. Jesús desea tanto darte este regalo, que murió a fin de que tuvieras la oportunidad de tenerlo.

Veamos ahora Apocalipsis 3:20. [Lee Apocalipsis 3:20]. En vez de forzarnos a hacerlo, Jesús espera pacientemente que aceptemos su invitación. Él desea estar con nosotros. Desea venir y pasar tiempo con nosotros. Desea tener una relación cercana con nosotros. Nuestra parte parece ser muy sencilla. Jesús nos invita a escuchar su voz y abrir la puerta.

Así como Pedro,  debemos reconocer el llamado de Jesús a “venir”. Entonces debemos ir a Jesús. Tal vez vamos a tropezar y caer, pero si clamamos a Cristo, él estará allí para levantarnos. Todo lo que tenemos que hacer es invitarlo a que nos salve y a convertirse en nuestro mejor amigo.

Jesús desea mostrarnos su amor, perdonar nuestro pecado, librarnos de la culpa y darnos vida eterna. Jesús no rechazó el clamor de Pedro. Nunca ha rechazado el ruego de nadie. No va a rechazar el tuyo. Invita a Jesús a venir a tu corazón. Él VENDRÁ ciertamente.

Ora conmigo ahora y, si estás dispuesto, invita a Jesús a venir hoy a tu corazón. Él está ansiosamente tocando a la puerta de tu corazón. Al inclinar nuestro rostro, no lo rechaces. Acepta su regalo de vida eterna y confía en que él va a cuidar de ti.

DISCUSIÓN EN GRUPOS PEQUEÑOS
¿En qué forma el poner completamente tu confianza en Dios afecta tu vida y la vida de quienes te rodean?

¿Por qué piensas que Pedro tuvo tanto problema para confiar en Jesús? ¿Por qué nosotros tenemos el mismo problema?

¿En qué forma nuestras fallas afectan nuestra relación con Dios?

Desafío de fe
¿Deseas realmente confiarle a Dios tu vida? Tu desafío de fe en las siguientes 23 horas es el siguiente:
  1. Repasa los versículos estudiados hoy. Ora acerca de ellos, piensa en ellos y escudriña tu corazón. Ora porque Dios abra tu mente a lo que tiene que decirte.
  2. Lee Salmos 145 y 146.
Toma unos cinco minutos para considerar tu salvación. Piensa en a quién la estás confiando. ¿A ti mismo o a Dios? ¿A tu confidente más cercano? ¿Al Único que es lo suficientemente fuerte como para garantizar tu seguridad?

Ora a Dios porque te dé fuerzas para confiar verdaderamente en él en todas las cosas: tus preocupaciones, tu familia, tu vida y aun tu salvación. Él es el único que no te va a chasquear.

Para finalizar
Ora con la persona que tienes a tu lado. Agradece a Dios por su eterno amor y su don gratuito de salvación. Pide a Jesús que te perdone  por las veces que has elegido dudar en vez de confiar en él. Oren el uno por el otro porque puedan aprender a confiar en Jesús en todas las cosas, independientemente de qué tormentas se atraviesen en tu camino.

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