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Los frutos del Espíritu Santo - Los frutos del Espíritu Santo

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO
En el sermón del monte Jesús está delineando las características del nuevo reino. Además revela las virtudes de los ciudadanos de ese reino y nos dice que la religión debe verse en la vida de esos ciudadanos. Una religión que no nos hace más bondadosos, más pacientes, más puros y pacíficos de nada sirve, es como la sal que ha perdido su sabor (Mateo 5:13,14)
No es que nos salvemos por obras. La salvación es por la gracia del Rey, pero algo debe distinguir a los ciudadanos de este reino de quienes no lo son.
"Los cristianos no buscan el adorno exterior, sino que "sea adornado el hombre interior del corazón" con la ropa imperecedera de un espíritu manso y sosegado" CC, 58
¿Qué son los frutos del Espíritu Santo?
Las cualidades o virtudes que deben tener los ciudadanos del reino de Dios, son los frutos del Espíritu Santo.
Las cualidades internas se ven reflejadas en actos externos. Por eso Jesús dijo, de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6:45). 
En otras palabras: la religión no es sólo una serie de doctrinas para creerse, es para practicarse.
Los frutos son acciones visibles que se ven reflejadas en la relación del cristiano con su Dios, y con sus semejantes.
“...son los elementos que constituyen el carácter del cristiano. Estas preciosas gracias...son la corona y el escudo del cristiano”. CN, 159
Frutos:
La palabra griega para fruto es Karpos
El fruto revela la naturaleza de la planta o árbol que lo produce. En este sentido, el fruto, son las virtudes, o cualidades que revelan el carácter o la vida interior del cristiano.
Cuando Moisés le pidió a Dios que le mostrara su gloria (Éxodo 34:6), Dios no le mostró su poder, le mostró su carácter. 
Dios se reveló como el Dios santo, misericordioso y piadoso, lento para la ira. Dios no habló de su poder, ni de su conocimiento, reveló su carácter.
De la misma manera, los ciudadanos del nuevo reino habrán de revelar el carácter del Rey a quien adoran y a quien sirven.
A un cristiano no lo deberían conocer por cuánto sabe, o cuánto tiene. 
Los propios miembros de nuestra familia no deberían conocernos por cuánto sabemos de la Biblia, o cuánta experiencia tenemos. Deberían conocernos por nuestro carácter.
Un aspecto que es muy importante entender es que los frutos no lo producimos nosotros. No se logran o se desarrollan por la experiencia, el conocimiento, la capacidad o el dinero.
Meditemos en la siguiente cita:
“Al creer en Cristo... aparecen entonces los atributos que nos asemejan a Jesús. Porque contemplándolo los hombres se transforman a su imagen de gloria en gloria, hasta adquirir su carácter. Se produce buen fruto. El carácter es modelado de acuerdo con la semejanza y se manifiesta integridad, rectitud y verdadera (Meditaciones Matinales 1953, 55)
Notemos las lecciones desprendidas de esta cita. Los frutos del Espíritu surgen o se desarrollan cuando:
  1. Creemos en Jesús
  2. Cuando lo contemplamos (por medio de la lectura de la Biblia, la oración y la meditación)
  3. Su carácter se revela en nuestro carácter, o sea, los hijos se parecen a los padres.
  4. Ese carácter o fruto se ve en un cristiano integro, recto, y de buen corazón.
  5. El fruto no pasa desapercibido, no se esconde. Por el contrario, inmediatamente se hace visible.
Por eso se nos dice “que la verdadera religión es el ejercicio de la compasión, la simpatía y el amor en el hogar, en la iglesia y en el mundo. Esta es la clase de religión para enseñar a nuestros hijos." MB, 33.
Notemos que el énfasis de lo que es la verdadera religión no está tanto en sus doctrinas (aunque son muy importantes), tampoco está en su culto (que es importante), ni en su visión misionera (igualmente importante). 
El énfasis se ve en el carácter de quien la practica.
El primer lugar donde se debe observar ese comportamiento es en el hogar, después en la iglesia y finalmente en todo ambiente donde el cristiano se relaciona.
O sea, un verdadero cristiano debe ser compasivo cuando las personas no hacen o piensan igual que él. Compasivo con los que se equivocan. Además debe mostrar simpatía y consideración hacia los demás. Si no lo hacemos, primero con los miembros de nuestra familia y con los creyentes en la iglesia, nuestro dominio de la doctrina o de las profecías, nuestra larga experiencia misionera o nuestro largo servicio a Dios es como metal que resuena o címbalo que retiñe. Pero no es verdadera religión.
Una persona compasiva muestra tristeza cuando alguien sufre y procura aliviar ese dolor y sufrimiento. Una persona con simpatía tiene la capacidad de compartir los sentimientos y las emociones de los demás. Puede sufrir o alegrarse con las otras personas.
"Necesitamos más benignidad, compasión y bondad. Pasamos sólo una vez por este mundo ¿no nos esforzaremos por dejar impreso el sello de Jesús sobre las personas con quienes vivimos?" CPI, 526.
“La religión es muy importante en el hogar, y las palabras que en él se pronuncien han de ser del carácter debido o de nada servirán nuestros testimonios en la iglesia. Nuestra religión será inútil si no manifestamos mansedumbre bondad y cortesía en el hogar. Si hubiera más genuina religión en la familia, habría más poder en la iglesia”. HC, 288.
Destaquemos también el hecho de que el enemigo de Dios hace todo lo posible porque los cristianos no vivamos una religión genuina en el hogar, porque cuando se vive este tipo de religión en el hogar, la iglesia tiene más poder. Además, lo hace por otra cosa importante:
Al practicar una religión falsa (no por creer doctrinas falsas) sino por no haber vivido la verdadera religión en el hogar evita que los cristianos crezcan en santificación. 
Meditemos en la siguiente cita:
"La obra de la santificación comienza en el hogar. Los que son cristianos en el hogar serán cristianos en la iglesia y en el mundo. Hay muchos que no crecen en la gracia porque fallan en el cultivo de la religión del hogar." CN, 454.
Esta cita nos dice tres cosas muy importantes:
1. La santificación no comienza en la iglesia, ni en las vigilias o reavivamientos de la iglesia. Comienza en el hogar.
2. No puede haber un buen cristiano para con los extraños y mal cristiano (si es que puede haber un mal cristiano) para con los suyos en el hogar.
3. Los que no crecen en la gracia es porque sólo practican la religión de la iglesia y no practican la religión del hogar (aunque debería ser la misma religión).
Aquí conviene que nos hagamos una pregunta:
¿Estoy practicando una religión sólo de iglesia (o sea de apariencia) o estoy practicando la religión del hogar? (o sea, siendo un cristiano genuino que trato con bondad, simpatía y cortesía a los miembros de mi familia). 
“La religión es amor, y el hogar cristiano es un lugar donde el amor reina y halla expresión en palabras y actos de bondad servicial y gentil cortesía” HC, 81.
CONCLUSION:
Vemos cuán importante es entender y sobre todo practicar los frutos del Espíritu Santo. Estas virtudes revelan el carácter del creyente y nos indica cuánto estamos revelando en nuestro trato diario, el carácter de nuestro Padre.
Esta semana estudiaremos los frutos del Espíritu Santo. Nos basaremos en la lista presentada en Gálatas 5:22 y 23. Aunque no hay una lista “oficial”, es la más conocida.
“Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio,...”
Aprenderemos:
1. Cómo se manifiesta cada uno de los frutos. 

2. Que el ser humano no los puede producir. Es obra del Espíritu Santo.
3. Cómo cada fruto se practica primero en el hogar, después en nuestras otras relaciones (iglesia, trabajo, escuela etc.)
4. A permitir que el Espíritu Santo produzca el fruto faltante en nuestra vida.
Aunque la Biblia nos presenta el “FRUTO”, en singular, por razones didácticas lo usaremos en plural para ir destacando una a una las virtudes que el cielo espera que cada hijo e hija de Dios pueda desarrollar.
Finalmente debemos entender el propósito de llevar frutos no es que nos exhibamos como cristianos de primera, o como creyentes piadosos. Sino para que el nombre de Dios sea glorificado (Juan 15:8).
Jesús nos hace la siguiente invitación “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada (Juan 15:5).
Este es el secreto para que aparezcan los frutos de su carácter en nuestra vida. 

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